Al nuevo PP de Madrid que representa Cristina Cifuentes le falta una última pieza: la candidatura a la Alcaldía de la capital en 2019. Su encaje necesita aún recorrido. A casi dos años de las elecciones municipales es prematuro coronar al posible aspirante al Palacio de Cibeles, pero el PP lleva semanas entretenido en esta gimnasia mental. El nombre del candidato interesa en el partido y en este proceso de reflexión el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, no ha parado de sumar apoyos.
Incluso antes de la dimisión de Esperanza Aguirre como portavoz del PP en el Ayuntamiento, su nombre ya estaba en boca de todos. La hipótesis de su posible candidatura se reforzó tras el fracaso de la operación para que fuera presidente del PP de Castilla y León. Juan Vicente Herrera, el presidente regional saliente, le defendió hasta el último minuto como su sucesor, pero Génova se negó a este salto. Tanto la secretaria general, María Dolores de Cospedal, como el coordinador general, Fernando Martínez-Maíllo, consideraban que el heredero natural era Alfonso Fernández Mañueco, el hombre que había mantenido vivo el partido en Castilla y León y que contaba con el respaldo de la organización, como después demostró su victoria en el congreso.
Además, Casado forma parte de la dirección nacional y no había ninguna necesidad ni ningún deseo de prescindir de él en Génova. Herrera no convenció a Cospedal ni a Mariano Rajoy, pero trascendieron sus movimientos. Fuentes del PP consultadas por este diario lamentaron entonces el «daño» que estas informaciones hacían a Casado.
Fue justo en ese momento cuando empezó a tomar cuerpo la candidatura de Pablo Casado a la Alcaldía de Madrid. Rajoy nunca se olvida de los suyos, argumentan en el PP.
Fuentes populares confirman que en la dirección nacional contemplan esta posibilidad. Y fuentes del PP de Madrid aseguran que Cifuentes también lo valora. Que ella, señalan, no pondría ningún impedimento. Al contrario. Opina que sería un excelente cartel.
Casado, además de ser un dirigente reconocido dentro del PP, presentaba la virtualidad de ser alguien bien visto por el llamado sector aguirrista. Ahora, esta característica carece de valor. Pero su potencia como candidato es la misma.
Ese PP de Aguirre, que en su día controló el partido en Madrid, se ha desintegrado. El ingreso en la cárcel primero de Francisco Granados, ex consejero de Presidencia, y posteriormente de Ignacio González, ex presidente de la Comunidad tras la primera salida de la política de Esperanza Aguirre, han acabado con el aguirrismo.
Su dimisión como portavoz del Ayuntamiento ha sido sólo la visualización de este final. Cifuentes lo dejó claro el pasado jueves. Ha comenzado una «nueva época», dijo.
Antes de este desenlace, en el PP ya se daba por supuesto que Aguirre no repetiría. En 2015, Rajoy creyó que conservaba cierto tirón electoral, pero el resultado de las elecciones (se perdieron casi 200.000 votos) y el fiasco de la campaña dando visibilidad a Manuela Carmena certificaron que el presidente se había equivocado. Él mismo, según fuentes populares, reconoció después que fue un error aupar a Aguirre como candidata, pese a que el movimiento escondía un doble fondo: forzar su salida de la Presidencia regional del partido.
Ahora, esta historia es pasado. Ya no hay que hacer equilibrios. Cifuentes se ha hecho con el control absoluto del PP de Madrid y sale «muy reforzada» tras ser la impulsora de la denuncia en la Fiscalía por las irregularidades en el Canal de Isabel II, que han supuesto la entrada en prisión de González. La candidatura de Casado dependerá, por tanto, de la decisión de Rajoy y de la opinión de Cifuentes.
No es la primera vez que el vicesecretario de Comunicación suena como aspirante a la Alcaldía. En 2015, su nombre se incluyó entre la lista de candidatos por la que el PP preguntó en sus encuestas internas, según aseguran fuentes del partido. También figuró la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Con ninguno de los dos se fue más allá en los sondeos por decisión de Génova. No pasó de una aproximación. Ahora, Casado es mucho más conocido a nivel nacional y está muy bien valorado entre sus compañeros del partido. Junto a otros (Alberto Núñez Feijóo, Soraya Sáenz de Santamaría, Cristina Cifuentes y María Dolores de Cospedal) aparece también en la nómina de posibles sustitutos de Rajoy. Otro de los entretenimientos del partido.
No obstante, fuentes populares aseguran que impulsar su nombre ahora, pese al apoyo que concita, para la Alcaldía de Madrid sólo puede servir para «quemarle». Otras fuentes advierten de que la inestabilidad política que amenaza al Gobierno, tras los últimos escándalos y la citación de Rajoy como testigo en el juicio de Gürtel, impiden adelantar acontecimientos. «Quién sabe qué pasará dentro de dos años», señalan.
Pero, pese a todas las prevenciones, en estos momentos en las filas del PP se considera a Casado como un candidato plausible para la Alcaldía. Igual que lo fue para Castilla y León. Hace dos años, en un mitin en Ávila, José María Aznar ya cortó la cinta roja para iniciar el recorrido: «Si alguna vez me tiene que renovar alguien, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo».