Nacho Cardero-El Confidencial
- El poder territorial del PP destapa un ‘shadow cabinet’ potente y desbrozado de tópicos para llegar a la Moncloa
El mayor riesgo para Casado es su mayor fortaleza. A saber: los barones populares con mando en plaza. Los aprendices de Maquiavelo siempre han especulado con la posibilidad de que los líderes regionales con más pegada, véanse Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, fueran la alternativa para un Partido Popular débil y un Pablo Casado que titubeaba en su oposición al Gobierno y flaqueaba en las encuestas cuando, en puridad, la realidad ha sido justo la contraria.
Han sido estos barones territoriales, precisamente, quienes se han encargado de apuntalarlo como líder del PP y lanzarlo como alternativa real de gobierno. Para muestra, un botón: la imagen de unidad exhibida en Santiago de Compostela con motivo de la reelección de Feijóo como presidente de los populares gallegos.
Es en estos fortines regionales (Madrid, Galicia, Andalucía y Castilla y León) donde Casado está encontrando la mejor plataforma para hacer llegar un discurso que apenas consigue que cale desde su despacho en Génova y conformar una cantera de futuros ministros. Las nuevas estrellas territoriales del PP ubicadas en consejerías y consistorios echan por tierra las críticas seguramente merecidas a Casado por su falta de equipo y destapan un ‘shadow cabinet’ potente y desbrozado de tópicos para llegar a la Moncloa.
En Madrid destacan los dos Enriques, López y Ruiz Escudero; en Andalucía, Juan Bravo, y en Galicia, Paco Conde, entre otros
En Madrid, destaca Enrique López, magistrado emérito del Tribunal Constitucional, consejero de Justicia, Interior y Víctimas, y gurú jurídico del PP. Es responsable de las negociaciones para la renovación del CGPJ y el mayor defensor de un plan B alternativo al estado de alarma, planteamiento que la sentencia del Constitucional demostró luego acertado. Acompañándolo en el Gobierno de la comunidad está Enrique Ruiz Escudero, el hombre que susurra a Díaz Ayuso (y a Casado) en cuestiones sanitarias y que ha logrado sobrevivir a la crisis del covid-19 y a lo que parecía imposible: el fuego amigo.
También en Madrid están Engracia Hidalgo, delegada del Área de Hacienda y Personal del ayuntamiento de la capital, y Jaime de los Santos, actualmente en el Senado, y la mejor arma de Génova para hacer la guerra cultural a la izquierda desde dentro.
En Andalucía, tiene a Elías Bendodo, que es el Félix Bolaños que acompaña a Moreno Bonilla en San Telmo y sin el cual sería imposible entender el éxito de este último, y a Juan Bravo, un político que llegó a la Consejería de Hacienda por descarte y que ahora se ha convertido en un imprescindible tanto en la Junta como en la mesa camilla de Génova donde se elabora la estrategia a seguir.
Galicia es otro de los principales graneros populares para cuando se recupere el poder nacional. Ahí se encuentran los dos hombres fuertes de Feijóo: Alfonso Rueda, que ejerce de consejero de Presidencia, Justicia y Turismo, y Paco Conde, una figura en alza que ostenta el cargo de consejero de Economía, Empresa e Innovación. A estos nombres hay que sumar los de Fabiola García, joven valor en la Xunta y el PPdeG, y Miri Barreira, otrora del clan de Sáenz de Santamaría y hoy dedicada a la consultoría política.
Génova puede tirar de alcaldesas como las de Santander, Cartagena y Aguilar de Campoo, para dar más peso al municipalismo
En Castilla y León, sobresalen Carlos Fernández Carriedo, consejero de Economía y Hacienda, y Jesús Julio Carnero, de Agricultura, que eso en Castilla y León es mucho decir, casi como ser secretario del Tesoro en EEUU, y que cuenta con el reconocimiento del ministro Planas, que le consulta habitualmente para los temas del comer.
En el ámbito local, destacan las alcaldesas de Santander, Gema Igual; de Cartagena, Noelia Arroyo, y de Aguilar de Campoo, María José Ortega, de las cuales podría tirar Pablo Casado en un futuro Ejecutivo en el caso de seguir la línea trazada por Pedro Sánchez en su última remodelación de Gobierno, dando un mayor peso al municipalismo, donde no se trata tanto de Cataluña como de dar voz a la España vaciada, con un mensaje localista y centrado en ideas fuerza como la industrialización y la soberanía económica.
En esta lista elaborada a vuelapluma, son todos los que están, pero no están todos los que son. Nombres a los que habría que sumar los espartanos fieles que siguen a Casado en la travesía del desierto de la oposición más los pesos pesados que se puedan pasar de las filas de Ciudadanos y que en la actualidad se encuentran en una especie de dilema del prisionero: nadie en Cs quiere traicionar las siglas naranjas, pero todos saben que el espacio reservado en las listas del PP es limitado y tendrán prioridad quienes antes den el paso. Juan Marín y Begoña Villacís han de tomar buena nota de ello.
Se están aliando unos astros en torno a Pablo Casado que antes le eran esquivos. Primero, en la intención de voto. Tras el 4-M, las fuerzas del centro derecha han comenzado a sumar más que las izquierdas y los nacionalistas juntos. Segundo, en la guerra sucesoria. Intuyendo el cambio de ciclo, los barones populares han aparcado cualquier amago de asonada y propulsan la imagen de un Casado que no las tenía todas consigo. Y tercero, en cuanto al banquillo. Pensábamos que no tenía equipo y lo tiene. Los líderes regionales de hoy están llamados a ser los ministros y secretarios de Estado de mañana.