Santiago González-El Mundo
Un antiguo poli-mili expresaba su crítica al terrorismo de la ETA que continuaba diciendo que en sus comienzos explicaban una sola acción con 20 comunicados, mientras ahora se explican 20 atentados con un solo papel. A juzgar por la profusión de comunicados que hemos visto en los últimos días, parece que la banda ha vuelto a la grafomanía de los viejos tiempos y anuncian un solo adiós con infinidad de papeles distintos. Uno para reconocer el dolor causado, algo que se les exigía por algunas almas bellas, una insustancialidad, porque reconocer, qué digo reconocer, reivindicar el daño causado, era el objetivo fundamental de los comunicados de reivindicación.
El comunicado habla de «un sufrimiento desmedido, que hace ya mucho que este conflicto debía contar con una solución democrática justa. De hecho, el sufrimiento imperaba antes de que naciera ETA, y ha continuado después de que ETA haya abandonado la lucha armada». Prueba vidente de su perfecta inutilidad, de la extraordinaria banalidad de su existencia. Si el conflicto del que dimana el sufrimiento estaba antes (por eso nacieron) y continúa después de que se hayan ido, ya me dirán qué papelón es el suyo. Citan el bombardeo de Guernica como precedente y esto debe valorarse como un ejercicio de contención temporal. ¿Por qué no en las guerras carlistas o en la batalla de Arrigorriaga?
Había expectación ante la lectura del último comunicado por Josu Ternera. Se había dicho que lo haría a cara descubierta, aunque con los rasgos pixelados, una capucha 2.0 en un anuncio que ponía la cosa muy cerca de ¡Vaya Semanita! Finalmente no hubo imágenes, propiamente no hubo vídeo, sino un audio de Ternera y otro de ‘Anboto’, pero ninguno de ellos tiene otras imágenes que el texto del comunicado en el idioma correspondiente, aunque a algunos medios debía de parecerles soso y lo han adornado con algunas imágenes de archivo. En rigor tampoco hacía falta el audio, salvo que la organización autodisolvente desconfíe del grado de alfabetización de su parroquia.
Pero no hay disolución, salvo que se tome por tal la expresión poética: «ETA nació de este pueblo y ahora se disuelve en él».
Otra puesta a cero del mismo contador. El diario Gara ya había dado cuenta de una disolución parecida bajo el titular: «ETA disuelve las estructuras de la lucha armada y refuerza las de resolución». Fue publicado el 20 de julio de 2014, dando cuenta de un comunicado en el que comunicaba que «ha (había) desmantelado las estructuras con las que atentó («logísticas y operativas») y está formando una destinada a completar el sellado de armamento».
Ahora sabemos, Ángeles Escrivá lo contaba ayer en este periódico, que el último jefe militar de ETA, David Pla, va a mantener al frente de 20 terroristas cualificados una estructura clandestina, la Comisión Técnica Provisional para Gestionar las Consecuencias de la Lucha Armada, un organismo para el blanqueo de la actividad terrorista de la banda. Hoy se representará en Cambo-Les-Bains el último acto por ahora de esta representación, un teatrillo que debería gestionar Ram Manikkalingam, un experto.