Jesús Fonseca, LA RAZÓN, 9/4/12
No se nos puede torpedear así. Si, a estas alturas del paseo, eso que llaman inversores, mercados, socios y aliados no tiene claro, todavía, que España está empeñada en las reformas necesarias y las está llevando a cabo, poco a poco y sin ninguna contemplación, mal vamos. Ni unos ni otros pueden castigarnos más de lo debido.
Éste que tenemos es el Gobierno europeo surgido de las urnas que más audaces medidas está poniendo en marcha –y en menos tiempo– para aplacar a unos y otros. Desde la reforma laboral y la de los servicios públicos al saneamiento financiero y la unidad de mercado. Opino lo que sucede. Los españoles no somos culpables del bajo crecimiento en el espacio europeo. Se equivocan estrepitosamente quienes en Bruselas creen que todo vale. No es por nosotros por lo que flojea la economía europea. Ni son unos españoles manirrotos los que han provocado este atasco y este recelo. Para nada. Bruselas no tiene barra libre para imponer cualquier excepcional medida.
¿Qué más quieren? Veamos: si se aplican las reformas que piden, se supone que el crecimiento procederá de esas reformas. Y si no es así, deberían decirnos qué reformas son las que lo producen, por que si no, no hay quien los entienda. Querían reformas, pues ya las tienen. Pero visto lo visto parecería que su desconfianza no tiene límites. ¿Qué es lo que no les gusta ahora a los analistas e inversores internacionales? Es posible que haya que poner, todavía, algún freno más al aparato estatal y autonómico. Controlar más. Pero es inaceptable culpar a la España autonómica, como algunos han hecho, del despelote por el que atraviesa Europa.
Si, después de todo, resulta que para cumplir con el compromiso de déficit tenemos que quitarnos el pan de la boca, muy mal vamos. Ésa no es la solución, lo diga quien lo diga.
Jesús Fonseca, LA RAZÓN, 9/4/12