Antonio Casado-El Confidencial
- Las cuestiones regionales han cedido el espacio a debates sobre la crisis de Ucrania, la guerra interna PSOE-UP, el reparto de los fondos europeos o la mentira como herramienta política
Frío, frío está el ambiente electoral en Castilla y León, donde pasado mañana, viernes, arranca oficialmente una campaña cargada de componentes nacionales. Es uno de los factores que explicarían la indolencia de los votantes y el abstencionismo reflejado en los últimos sondeos, incluido el de IMOP-Insights para El Confidencial.
Las cuestiones regionales han cedido el espacio de la precampaña a debates centrados en la crisis de Ucrania, la guerra interna en la coalición PSOE-UP, el presunto clientelismo en el reparto de los fondos europeos, la mentira como herramienta política predicada en Valladolid por el exvicepresidente Iglesias, etc.
De ahí la promesa del actual presidente de la Junta y candidato del PP, Fernández Mañueco, de “pisar territorio” y hablar a partir de ahora de los problemas reales que interesan a castellanos y leoneses en vísperas de la renovación de las Cortes alumbradas en mayo de 2019.
El votante no incondicional puede sentir que los problemas de Castilla y León se subordinan a la carrera de Casado hacia la Moncloa
El riesgo de afrontar un recuento de urnas semivacías la noche del 13 de febrero es mayor en la izquierda, que sufre más el trasvase de votos a propuestas provinciales de la España vacía. En menor medida afecta a la derecha, que va a engordar a Vox (pasará de uno a nueve diputados como mínimo).
El riesgo para el PP es que el votante no incondicional sienta que los problemas de Castilla y León se subordinan a la carrera de Pablo Casado hacia la Moncloa. Y por el lado del PSOE, que siga trasladando a una campaña regional sus choques programáticos y organizativos con Podemos en el Gobierno nacional.
Pero la abstención, sea la que sea al final, no rebaja el número de escaños a repartir. Y en ese sentido la aritmética favorece a Fernández Mañueco, con muchas posibilidades de gobernar en solitario. Todas las encuestas, sin excepción, le dan ganador con mayoría suficiente. No por mayoría absoluta. Y eso significa que deberá optar entre Gobierno en solitario con ocasionales apoyos externos o buscarse un socio estable.
Si los números colaboran (le faltarían cuatro o cinco escaños, como mucho, para la mayoría absoluta), elegirá la primera opción. La más cómoda. Entre los diversos grupos que serán minoritarios en las Cortes. O con varios a la vez (fuerzas de ámbito provincial en la mayoría de las nueve circunscripciones, sin olvidar a Ciudadanos y regionalistas de UPL).
Un Gobierno PP-Vox desmentiría la centralidad de Casado y alimentaría la alerta ‘antifascista’ de los aliados de Sánchez
La otra opción, más improbable a mi juicio, porque no interesa a ninguno de los dos partidos, es la incorporación del activismo de Vox a una derecha sin complejos en el Gobierno de la Junta. Alcanzaría una mayoría más que sobrada. Su facturación en escaños superaría la cifra de los 41, que es la barrera de la mayoría absoluta.
Es un escenario indeseable. Será una buena noticia que el PP no necesite a la ultraderecha para gobernar. En este caso tampoco le interesa a Vox, ahora enfrascado en la estrategia del perfil propio. Y, por supuesto, tampoco interesa en el PP, tanto regional como nacional. Un Gobierno PP-Vox en CyL desmentiría la aspiración de centralidad que inspira a Casado y, al tiempo, alimentaría la alerta ‘antifascista’ (el “infierno alternativo” del que habla el maestro Miguel Ángel Aguilar), que es el recurrente elemento de cohesión de los aliados de Sánchez.
Lo del PSOE tiene otra cara. Los sondeos cantan el desplome del partido de Sánchez respecto a su fallida victoria en 2019 por la decisión de Cs de cogobernar con el PP. En el nicho fundacional de la identidad española no faltarán referencias oportunistas a ministros que proponen la demolición del Estado o se declaran alérgicos al régimen del 78, a la figura del Rey o al principio de soberanía nacional única e indivisible.
Ante la incompatibilidad con Vox y la insignificancia de Cs, al candidato Tudanca no le van a dar los números para sumar más que el partido de Mañueco, que no se ha apeado del poder en Castilla y León desde hace 30 años.