EL MUNDO – 21/12/14
· El presidente cubano, Raúl Castro, enfrió ayer el deshielo en su discurso ante la Asamblea al asegurar que la isla no renunciará a su sistema político socialista, a pesar del acuerdo para restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
· Castro dejó claro que el régimen «no cambiará de rumbo» y advirtió además que la «lucha» para acabar con el bloqueo «será larga y difícil».
Deshielo, sí, pero dentro de un orden. El dictador cubano, Raúl Castro, aprovechó ayer para anunciar la nueva etapa de las relaciones entre la Habana y Washington, primero, y para dejar claro, después, que, tras cinco décadas y media y 11 presidentes de EEUU, la familia Castro no se está planteando cambiar nada.
«Saludamos a Barack Obama por abrir un nuevo capítulo en nuestras relaciones y por introducir cambios significativos en la política estadounidense de los últimos 50 años», dijo Castro. Pero a continuacion declaró que «queda por resolver el cese del bloqueo económico contra Cuba. El camino será largo y difícil».
El mensaje de Castro parece insinuar que nada va a cambiar en la isla. El régimen «no cambiará de rumbo», dijo el hombre fuerte de La Habana, en una jornada en la que la sosegada Asamblea cubana rompió el récord en tiempo de aplausos, cuando su presidente, Esteban Lazo, anunció: «Están aquí los cinco», como llaman en la isla a los cinco espías que cumplieron condena en EEUU por espionaje.
Justo en esta emocionada sesión parlamentaria, Raúl Castro comentó que, con la excarcelación de los agentes cubanos en EE.UU se eliminó uno de los principales obstáculos para el entendimiento entre ambos países. Raúl Castro también confirmó que acudirá a la Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá en abril, y a la que acudirá también Obama. Será probablemente el primer encuentro de los dos mandatarios tras el derribo del muro entre Washington y La Habana.
También dijo que el restablecimiento de relaciones entre ambos países ha ocurrido en el contexto de los cambios que han ocurrido en los últimos años en América Latina y el Caribe.
Nadie sabe en qué consisten esos «profundos cambios», pero aquí van algunas cifras. La primera es 51,26, que es el precio, según el Ministerio del Poder Popular de Venezuela, del barril de crudo de la llamada cesta venezolana, que es el que ese país usa como referencia. La segunda es 60, que es el precio al que la cesta venezolana debería cotizar para mantener el nivel de gasto previsto en los Presupuestos de ese país para 2015, según ha explicado a EL MUNDO Carlos Villorín, analista para petróleo de la consultora de riesgo político IHS. Y la tercera, y última, es 10.000, que son los barriles de crudo que Caracas regala a Cuba, según el diario británico The Guardian.
Evidentemente, Venezuela no va a estar en condiciones de seguir subvencionando al castrismo. Y Cuba no cuenta con la Unión Soviética para sobrevivir, como durante la Guerra Fría. El viceprimer ministro ruso, Dimitri Rogozin, visitó ayer Cuba. Pero Moscú tampoco está para regalar nada. Y menos, crudo. De ahí puede venir la demanda de que se levante el embargo.
Un embargo por cuya eliminación apuestan decididamente los grandes líderes financieros y económicos estadounidenses. La revista financiera Barron’s, que tiene una influencia tan grande en Wall Street que hasta se habla del «rebote de Barron’s» para referirse a las subidas de las acciones de las empresas que salen bien paradas en sus páginas, hizo en su edición de ayer algo excepcional: decir que Obama ha hecho algo bien. En este caso, abrir EEUU a Cuba. A continuación, Barron’s reclamaba el levantamiento el embargo.
Entretanto, el único fondo de inversión de todo Estados Unidos que invierte en acciones de empresas que se verían favorecidas por una eventual eliminación de las restricciones comerciales y financieras a la isla, Herzfeld Caribbean Basin, ha pasado de tener dos décadas de existencia letárgica a subir un 67% desde el miércoles.
La cuestión, así pues, es no sólo hasta qué punto Estados Unidos quiere levantar el embargo. También lo es si La Habana lo quiere. Como explicaba ayer a EL MUNDO Juan Carlos Hidalgo, del think tank libertario (otros prefieren llamarlo ultraliberal) Cato Institute, «resulta muy obvio que el régimen de La Habana teme una liberalización significativa de la economía por el efecto que una mayor prosperidad podría tener en las ambiciones de los cubanos por más libertades políticas».
Hidalgo recordaba cómo «La Habana ha impuesto límites a la cantidad de artículos que pueden traer a la isla los cubano-estadounidenses». Obama y Castro se verán cara a cara en la cumbre de las Américas en abril, tres meses después de que ambos [países hayan tenido su primera reunión oficial, que se celebrará en enero. Acaso entonces puedan tratar de hacer progresar el deshielo.
EL MUNDO – 21/12/14