EDITORIAL ABC – 11/11/15
· Entre la aplicación de la ley y la Constitución, por un lado, y la implosión política del nacionalismo catalán, por otro, el proceso separatista está condenado al fracaso.
El frente separatista catalán dio ayer un nuevo paso para la destrucción política de Cataluña, al privarla de un nuevo gobierno conforme al resultado de las últimas elecciones autonómicas. El Parlamento catalán votó mayoritariamente en contra de la investidura de Artur Mas, gracias a la negativa de la CUP a apoyarlo, de manera que los ciudadanos catalanes viven la tormenta perfecta de un proceso inconstitucional independentista en marcha y de una ausencia de gobierno investido con plenos poderes.
El significado real de lo que sucedió ayer en la Cámara catalana es que la vida política de Cataluña está en manos de la CUP, una formación de ultraizquierda, arcaica y extremista, que quiere sacar a Cataluña de España y de la Unión Europea, es decir, devolverla a un estado predemocrático. Está bien que ahora clamen contra esta situación muchos de los que la han propiciado, cuando creían que el proceso soberanista iba a desembocar en una independencia burguesa, acomodaticia, capitalista y europea.
Ahora se topan con que el proceso separatista es liderado por una izquierda de las que sólo se ven en los museos de historia. Lo que realmente les asusta ya no es España ni el artículo 155 de la Constitución, sino caer en manos de la CUP, donde ya están por la absurda estrategia de Convergencia Democrática de Cataluña de pretender cabalgar sobre el tigre independentista. Mañana tendrá lugar la segunda votación de investidura, en la que sólo será necesaria mayoría simple del Parlamento catalán.
Sin embargo, a Artur Mas no le sirve siquiera la abstención de la CUP, porque el resto de formaciones tienen 63 escaños frente a los 62 de Junts pel Sí. Por tanto, la situación es diabólica para Convergencia Democrática: o defenestra a Artur Mas para presentar otra candidato aceptable para la CUP, o lleva a Cataluña a nuevas elecciones en 2016. Lo primero es la humillación de CDC. Lo segundo, la más que probable derrota electoral del proceso de «desconexión».
Efectivamente, antes se rompe Cataluña que España, como dijo Aznar, y el Estado dará los pasos necesarios antes que permitir un solo acto real de independencia. Ayer, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, obtuvo el visto bueno del Consejo de Estado al recurso de inconstitucionalidad contra la declaración separatista del pasado lunes, se reunió con Pedro Sánchez y fue recibido en audiencia por el Rey Felipe VI; y hoy presidirá un Consejo de Ministros extraordinario para aprobar el recurso ante el Tribunal Constitucional.
Además, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional ha instruido a los Mossos d’Esquadra y las Fuerzas de Seguridad del Estado para que informen de cualquier acto de sedición. Entre la aplicación de la ley y la Constitución, por un lado, y la implosión política del nacionalismo catalán, por otro, el proceso separatista está condenado al fracaso.
EDITORIAL ABC – 11/11/15