- «Deberían alegrarse aquellos que quieren que sigamos formando parte de España». Qué alborozo y qué regocijo
Illa acaba de afirmar que los dirigentes de las comunidades autónomas que bajan impuestos en el uso de unas competencias que todas las comunidades tienen no pueden criticar la concesión del concierto económico por parte del PSOE específicamente a Cataluña, lo cual le permitirá a esta recaudar todos los impuestos y alcanzar su gran objetivo: aportar menos de lo que le corresponde al conjunto del Estado porque la pela es la pela. Como vergüenza no tienen, este es el penúltimo «argumento» empleado por los socialistas para justificar la injustificable concesión del concierto a Cataluña, aquello que los socialistas dijeron que nunca harían porque tal cosa acabaría con la necesaria redistribución de la riqueza desde los que tienen más hacia los que tienen menos y porque rompería la igualdad entre ciudadanos y entre territorios. Que es como decir que quien decide girar a la derecha en un desvío permitido no puede criticar que las normas de circulación no sean iguales para todos. Pero los líderes socialistas cambiaron de opinión para que Sánchez siga en la Moncloa e Illa sea presidente de Cataluña; y los socialistas que forman parte del rebaño siguen aplaudiendo con el mismo entusiasmo ahora que antes, porque les da igual una cosa que su contraria o porque no valen más que para formar parte del rebaño y aplaudir cuando se lo ordenan.
Una cosa es la crítica a las políticas que defiende tu adversario allí donde gobierna y otra cosa es justificar la concesión de un privilegio exclusivo en contra del resto de comunidades y ciudadanos, incluso en contra de todas tus promesas previas y lo que se suponía eran tus principios. Es puro cinismo. Y es curioso: quienes defienden la descentralización autonómica hasta el infinito critican que cada comunidad autónoma use sus competencias como considere, mientras defienden la concesión privilegiada de una determinada competencia a una determinada comunidad en contra de los intereses generales del Estado. Y no es tanto que se aporten más recursos sino que todas las comunidades lo hagan equitativamente y en base a su capacidad económica, en lugar de que haya tres comunidades autónomas que se mantengan al margen del régimen común y reciban un trato privilegiado.
Justificar el mantenimiento de un privilegio en Euskadi y Navarra o su extensión ahora a Cataluña porque tu adversario aplica las políticas fiscales que siempre ha defendido es puro cinismo político
Una cosa es la crítica política a determinada política económica o fiscal que determinado gobierno implemente, y otra justificar la concesión de un privilegio que prometiste no implementar nunca porque tu contrincante político, el PP, aplica sus políticas fiscales y económicas que siempre ha defendido: la principal, bajar impuestos, bien con el argumento de que tal medida incrementa la recaudación, bien para que el dinero se encuentre en el bolsillo de los ciudadanos. Porque bajar impuestos es de derechas, por mucho que el ínclito Zapatero dijera lo contrario. Y es criticable, desde luego, pero es legítimo. Si no les gusta que las comunidades autónomas tengan un margen para implementar sus políticas fiscales, que impulsen una reforma política para quitárselas y que ninguna de ellas pueda hacerlo; pero justificar el mantenimiento de un privilegio en Euskadi y Navarra o su extensión ahora a Cataluña porque tu adversario aplica las políticas fiscales que siempre ha defendido es puro cinismo político y demagogia barata. Puro fake. Y porque conceder privilegios a los que más tienen nunca fue de izquierdas.
Gato por liebre
Por lo demás, Illa nos sigue queriendo dar gato por liebre, quizás en la creencia de que los que no formamos parte de la secta somos tan torpes como los que le aplauden en sus mítines. O que no tenemos demasiadas luces. Y siguen queriendo vendernos la moto sin la mínima vergüenza. Y de tanto hacerlo, tienen callo: si no es la crítica a Ayuso para aunar a la izquierda es la promesa al resto de comunidades autónomas de que dispondrán de más recursos económicos o se les condonará la deuda, burdas estrategias para liar al PP, confundir a la opinión pública y engañar a los ciudadanos.
Pero Illa nos ha confirmado que «Cataluña ha vuelto» y que «está y estará en la primera línea de la solidaridad en España». Pero es otro bulo de los expertos en lanzar bulos. Que hoy día esté en esa primera línea es más que dudoso y que vaya a estar a partir de ahora, una falacia. Si quisiera estar, no habría exigido y logrado la concesión de un instrumento como el concierto, cuya pretensión básica es aportar menos y romper la solidaridad y la igualdad entre ciudadanos españoles. Y no solo no está sino que tampoco se le espera, al menos mientras siga padeciendo a los actuales líderes que la desgobiernan. Porque además no queremos que nos prometan una solidaridad que dependa de sus enjuagues con el Estado sino que formen parte del sistema de financiación común, aporten lo que corresponde y no nos traten al resto como a ciudadanos de segunda. Lo que viene a ser un Estado igualitario.
Yo me pregunto si, además de inmoral, no es ilegal conocer el paradero de un delincuente en busca y captura y no comunicarlo a las autoridades competentes
Mientras tanto, los escándalos se amontan como si tal cosa, y ya ni nos inmutamos. Y el escándalo de hoy será borrado por el de mañana. El secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, acaba de reunirse en Suiza con Puigdemont, huido de la Justicia española, lo cual supone legitimar a quien impulsó un golpe de Estado y puso a España ante la mayor crisis política desde el inicio de la democracia. Al parecer, el objetivo de los socialistas es mendigar el apoyo de Junts en el Congreso de los Diputados. Más allá de que lo logren y de saber cuál es el nuevo precio que pagaremos, yo me pregunto si, además de inmoral, no es ilegal conocer el paradero de un delincuente en busca y captura y no comunicarlo a las autoridades competentes.
Pero Cataluña ha vuelto, insiste Salvador Illa, y «deberían alegrarse aquellos que quieren que sigamos formando parte de España». Qué alborozo y qué regocijo. Si es que nos quejamos de vicio. Y encima ponemos la cama.