ABC 26/06/14
JUAN VELARDE FUERTES
· Desde el punto de vista del bienestar de los catalanes, se demuestra palpablemente que el sendero no es el de la secesión
Dani Rodrik , en el «Journal of Economic Perspectives», ha publicado un artículo, «When Ideas trump Interests: Preferences, Worldviews, and Policy innovations», que pasa a tener actualidad en estos momentos españoles. Señala, por ejemplo, que «muchas conductas humanas se mueven por ideales abstractos, valores sagrados, o concepciones de lealtad que no pueden ser cedidos a fines económicos».
Y en este sentido Scott Atran y Jeremy Ginges, en «Religions and Sa-cred Imperatives in Human Conflict», publicado en «Science», 2012, escriben que los humanos matarán y morirán no solo para proteger sus propias vidas o defender a la familia, sino por un ideal, derivado de la concepción moral que asumen, hasta llegar, dice Rodrik, a aceptar el suicidio con una bomba adosada.
De ahí, jugando con una expresión de Simon Johnson y James Kwak, en «13 Bankers. The Wall Street Takeover and t he Next Financial Meltdown», que puede preferirse a lo que es bueno para el mundo financiero (Wall Street, o, si se quiere, la Castellana), lo que más agrada en Main Street, que podría ser las Ramblas de Barcelona. Y no digamos cuando los políticos quieren afianzar su poder; lo hacen, dice Rodrik, por los procedimientos más ineficaces y que generan menos desarrollo. Naturalmente, lo que acaba pagando esto es el nivel de vida de la gente más pobre, y sus posibilidades de progreso. Como me ha indicado el profesor Torrero, todo esto enlaza con esa expresión final de la «Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero » , de Keynes, de que son las ideas y no los intereses las que acaban dirigiendo la evolución del progreso económico. Y he aquí que esto lo vemos avanzar en estos momentos en Cataluña. Desde el punto de vista del bienestar de los catalanes, se demuestra palpablemente que el sendero no es el de la secesión. Pero he aquí que se ha producido un fenómeno sociológico de primera magnitud.
Para conseguir obtener, a través del proteccionismo y gracias al aumento de los precios de los productos catalanes, superior al aumento de los del resto de la nación, se amenaza, sobre todo a partir de 1892, cuando se aprueban las Bases de Manresa, con Prat de la Riba al frente, quien acabaría señalando que «el criteri economic dels catalans fa molts anys qu’a triomfat».
Después, gracias a una amenaza de crisis, el 11 de septiembre de 1901, ante la estatua de Rafael Casanova, se unieron los mueras a España con el «entancament» de las cajas en contra de la reforma impositiva decidida por Fernández Villaverde un año antes. Pero, poco a poco, sobre el planteamiento económico ligado a una amenaza política, esta se convirtió en un ideal que llega a despreciar, como ahora sucede, la catástrofe económica.
No ya solo Esquerra, sino el Partido Socialista Catalán, desprecian las consecuencias económicas, y difunden como el mayor ideal, la separación. Y he aquí que los políticos catalanes, para progresar, ignoran las consecuencias económicas y plantean ideales basados en ¡muera España! y la independencia. Si no se atina a hacer que pujen otros ideales, el futuro material de Cataluña será lamentable, pero no así el mensaje separatista pleno.
Aquellos primeros planteamientos proteccionistas de Güell y Ferrer en relación con el arancel de 1841, ajenos a todo separatismo, al buscar el apoyo de posturas secesionistas en las citadas Bases de Manresa, han quedado bastante demolidos. Lisa y llanamente, se admite la ruina económica, pero, eso sí, con un canto colectivo de «Els segadors».