Luis Ventoso-ABC

  • En España no damos la batalla intelectual necesaria para derrotar al separatismo

Lo podemos enrevesar con rebuscadas disquisiciones. Pero es sencillo. En países que padecen un problema de separatismos, como España, la única manera de contenerlos es que exista al tiempo un sentimiento de apego fuerte hacia el Estado que une a todos y un aprecio general por su cultura e idioma. Es decir, la pulsión independentista de los nacionalismos catalán y vasco solo puede ser contenida en la medida en que en sus territorios perviva también el españolismo (denominado ahora «constitucionalismo», en eufemismo políticamente correcto). Está archiprobado. Basta con repasar la serie histórica de las elecciones en países con amenazas separatistas: cuanto más cesiones hace el Estado a los territorios con partidos fuertes contrarios a él, más crecen en voto esos nacionalistas. Cuanto más se repliega la cultura estatal en nombre del buenrrollismo «plural», más se expande la local y más extrañamiento promueve hacia la común a todo el país. Porque, queridos amigos del PSOE, a los independentistas solo se les gana dándoles sin tregua batalla cultural e ideológica, tal y como hacen ellos en sentido contrario.

Probablemente Galicia sea con Andalucía la región con «hecho diferencial» más acusado (por emplear esa discutible expresión). Galicia es además la comunidad donde más se habla su lengua regional. Entonces, ¿por qué no se ha vuelto allí dominante el nacionalismo separatista? Pues porque solo cogobernó cuatro años. Si los nacionalistas gallegos hubiesen ostentado el poder tan solo un par de legislaturas, hoy Galicia sería otro dolor de cabeza para España. El nacionalismo habría calado, porque los nacionalistas convierten sus gobiernos en formidables maquinarias de adoctrinamiento, mediante la educación, las subvenciones, la televisión autonómica y las redes clientelares.

España está pagando la dejación de funciones del PSOE, su gran partido de izquierda, a la hora de defender activamente la idea de España en el País Vasco y Cataluña. Al margen de que no son -totalmente- independentistas, en lo demás cuesta distinguir a la gente del PSC y del PSE de sus teóricos adversarios nacionalistas (de hecho los socialistas centran sus esfuerzos en atacar a los partidos españolistas de derecha, más que en batallar contra los que quieren romper España, a los que miman con un suicida papanatismo genuflexo). Si Cataluña y el País Vasco son todavía España es sobre todo por una cuestión demográfica: el peso de los emigrantes de otras regiones que recibieron en el siglo XX (solo el 65% de los catalanes han nacido allí). Pero esas generaciones irán desapareciendo y los que vienen detrás ya han sido formados en la educación nacionalista. El 14-F pasará lo de siempre: ganarán los partidos de Junqueras y Puigdemont y luego gobernarán juntos. Imposible derrotar al nacionalismo si el presidente del Gobierno y su partido lo adulan y si la mayoría de nuestros «intelectuales» ven como algo vergonzante ensalzar lo español y denunciar el ideario retógrado y xenófobo del separatismo.