Alberto Ayala, EL CORREO, 10/6/12
Esgrime el supuesto agravio que implica el Concierto Económico para exigir un pacto fiscal a Madrid
El nacionalismo vasco siempre ha ejercido su acción política con un ojo puesto aquí y el otro en Madrid. No es el caso del catalán. Tanto Convergencia i Unió (CiU) como Esquerra Republicana (ERC) operan, claro, entre Barcelona y la capital de España. Pero de tanto en tanto no pueden evitar alzar la vista hacia el País Vasco. ¿La razón? El Concierto Económico.
En España rigen dos modelos de financiación de las comunidades autonómas: el general, que se aplica a quince de ellas, Ceuta y Melilla; y el foral, derivado de los derechos históricos que reconoce la Constitución a Euskadi y Navarra, y que se traducen en el Concierto Económico vasco y el Convenio navarro.
En territorio común, el Estado recauda los impuestos y luego distribuye los recursos según diversos criterios, tasados por ley, entre los que se incluyen la suficiencia y la solidaridad. Esto último quiere decir que las comunidades más ricas –hoy cinco, con Madrid, Baleares y Cataluña al frente– reciben menos de lo que se recaudada en su ámbito geográfico. Esese di-dinero conforma el Fondoo de Compensación Interterrito-ritorial, que se distribuye entrentre las regiones menos favore-orecidas (un total de diez, concon Andalucía, sobre todo, Ga-Galicia y Extremadura comoomo las más beneficiadas)..
Por contra, en la comu-munidad autónoma vasca yy enen Navarra son las haciendasndas forales de cada territorioo las que se encargan de recaudarar el grueso de los impuestos. Luego,uego, ambas abonan anualmente unana cantidad al Estado, el Cupo, en pago por los servicios no transferidos. El Cupo es hoy el 6,24% del presupuesto total que invierte el Estado en sus competencias, másmenos el resultado de unos complejísimos ajustes técnico-económicos. Según la ley quinquenal vigente, en la primera cifra se incluye el dinero del Fondo de Compensación Interterritorial.
Cataluña se planteó en la Transición exigir un sistema de Concierto. Finalmente Jordi Pujol lo descartó aconsejado por una mayoría de dirigentes de CiU, encabezados por quien fue su ‘mano derecha’ en el Govern y conseller de Economía, Maciá Alavedra, posteriormente procesado por presunto blanqueo de capitales. Entendían que era escasamente aconsejable que las recién nacidas autonomías asumieran la responsabilidad de rascar el bolsillo a sus ciudadanos, acostumbrados a no hacerlo durante el franquismo.
Cualquier afirmación es un ejercicio voluntarista de política ficción, pero lo más probable es que, aunque Cataluña hubiera insistido en la reivindicación, el Gobierno central jamás habría accedido. Por falta de legitimidad histórica para plantearla. Y, sobre todo, por el peso económico y demográfico del Principado.
Frente común
Hoy –sobra decirlo– la necesidad aprieta como nunca en todas partes. Desde su retorno al poder hace apenas año y medio, CiU no ha parado de meter la tijera y de recortar en casi todos los capítulos y direcciones, gastos sociales incluidos. Aun así, a Artur Mas no le cuadran las cuentas, de modo que ha puesto a sus técnicos a hacer números. Conclusión: Cataluña –aseguran– tiene un déficit fiscal con el Estado del 8,4% de su PIB. Es decir, que Madrid recauda 62.000 millones en Cataluña, pero solo gasta allí 45.500. El resto va a aquellas regiones que están por debajo de la media estatal de riqueza. Mas, CIU, ERC y al menos un sector del PSC-PSOE quisieran que el Principado se rigiera también por el sistema de Concierto. Pero en su defecto exigen formalizar un pacto fiscal con el Estado que limite a la baja su contribución a la solidaridad interregional y les reporte recursos añadidos. ¿Cuál sería la cifra? El nacionalismo catalán –que dice que Euskadi no aporta nada– sugiere que aceptaría contribuir a ayudar a las regiones más pobres con un máximo del 4% de lo que se recauda allí. Es, han dicho cuadros convergentes, el techo que rige para los länder (regiones) alemanes más ricos. Un extremo desmentido por expertos no nacionalistas, que no ha merecido la réplica de CIU.
De momento, Más y Convergencia i Unió han conseguido que todas las fuerzas políticas catalanas den vía libre a la negociación con Madrid. El PP no apoyará explicitamente la demanda, pero Rajoy ha autorizado a sus correligionarios catalanes a que, al menos, se abstengan en la votación para que el partido no quede otra vez fuera del juego político en el Principado.
En Euskadi existe la sensación compartida de que Cataluña en ningún caso logrará el Concierto. Tampoco se ve fácil que llegue a limitarse por ley su contribución a la solidaridad interregional por la impopularidad que conllevaría la medida en el resto de España. Eso sí, existe una cierta coincidencia en que Mariano Rajoy tendrá que acacabar concediendo alguna contrap arpartida al Principado, incluido en su ppropio partido en Euskadi. De lolo cocontrario, no pocos piensan que las ppulsiones independentistas se ddispararían en un momento espeespecial, con el referéndum escocécocés en el horizonte.
Ssemejante cuadro de situacciiónón no parece aconsejar que Euskeuskadi presuma en exceso de las fortfortalezas económicas derivadas dedel Concierto. Cosa distinta es en qué se acometen recortes y en qué no. Esa cierta nebulosa que siempre ha acompañado la relación económica entre Euskadi y el Estado podría empezar a operar contra los intereses vascos si la tormenta en el puente aéreo MadridBarcelona sube de decibelios. No en vano, del Cupo apenas si se conoce la cifra final. El resto solo está al alcance de quienes lo negocian con Madrid, «y de nadie más. Incluidos lehendakaris y no pocos consejeros», aseguran altos funcionarios con muchos quinquenios en Lakua.
Alberto Ayala, EL CORREO, 10/6/12