ABC 22/05/16
EDITORIAL
LEJOS de corregir la pésima gestión presupuestaria de los últimos años, la Generalitat de Cataluña estudia subir otra vez el IRPF, a pesar de que esta región soporta una de las cargas fiscales más elevadas de España. Los contribuyentes catalanes son, junto con extremeños, cántabros y navarros, quienes pagan más impuestos sobre la renta, especialmente las clases medias y bajas, donde se sitúan a la cabeza de la tabla. El Gobierno regional de Puigdemont, con el apoyo de ERC y las CUP, aplica el mayor IRPF a los trabajadores que ganan menos de 30.000 euros al año, al tiempo que mantiene el tercer tipo marginal más alto del país (48 por ciento), solo superado por País Vasco y Navarra. Como consecuencia, un catalán paga de media 235 euros más al año en IRPF que un madrileño.
De hecho, esta diferencia se agranda aún más si se tiene en cuenta que Madrid ha eliminado en la práctica tanto el Impuesto de Patrimonio como el de Sucesiones y Donaciones, siendo además Cataluña la autonomía que ha creado más tributos propios. El particular tándem formado por nacionalistas y extrema izquierda ahoga fiscalmente a los catalanes, mientras sigue obsesionado en poner enormes trabas a empresas e inversores, con el evidente lastre que supone a la creación de riqueza y empleo. Esta nefasta política fiscal y económica se ha traducido, hasta el momento, en el mayor déficit público a nivel autonómico (2,7 por ciento en 2015) y la mayor deuda regional, con más de 72.000 millones de euros, además de un importante deterioro de los servicios públicos básicos y un goteo constante de fuga de empresas. Estos datos demuestran, una vez más, que el «España nos roba» tan solo es un eslogan político diseñado por los nacionalistas para ocultar su ruinosa gestión.