José Antonio Zarzalejos, LA VANGUARDIA, 23/6/2011
La proclamación de la «democracia real» que pide el 15-M conlleva el rechazo a la convencional, que en un sistema representativo se asienta indefectiblemente en el sufragio. Todo esto ocurre ahora en Catalunya; pronto, en toda España. Por eso, Catalunya es un laboratorio de la España inminente. O si se quiere, una sesión de ensayo general.
El difícil presente político y económico-presupuestario de Catalunya, gestionado por CiU después del tripartito de izquierda, constituye una anticipación del futuro en el conjunto de España si, como parece, el PP gana las elecciones generales. Porque si el Ejecutivo de Mas se ha encontrado con una herencia de despilfarro y desorden, no será muy distinta la que reciban los populares del PSOE. Y si la Generalitat no ha tenido más remedio que poner en práctica un fuerte ajuste presupuestario, que incide sobre la sanidad, no será tampoco muy diferente lo que deba hacer Rajoy, especialmente en el área sanitaria, que, aunque transferida, es susceptible de una coordinación ahorrativa. Si Mas ha designado un equipo con «los mejores» –incluyendo personalidades sin militancia en CiU–, Rajoy está por similar labor, porque la afiliación partidista no garantiza la solvencia ni el reconocimiento general de los titulares de los ministerios. Y si la Generalitat ha tenido que soportar una gran presión en la calle, con el insólito acoso al Parlament por parte de supuestos o reales indignados, el presidente del PP es consciente de que su gabinete será sometido a un fortísimo desgaste de protestas encabezadas por el PSOE y los sindicatos, complementados seguramente por el movimiento 15-M.
No se descarta, además, que un gobierno del PP deba poner en marcha y de inmediato una ley ómnibus –como la Generalitat– para desenredar y racionalizar la urdimbre de normas que los socialistas han ido aprobando de modo caótico, interesado e ineficiente en las más diferentes áreas. Rajoy está obligado –y él lo sabe– a una fulminante acción legislativa que derogue o modifique leyes como la de Economía Sostenible, que se está revelando como un instrumento asistemático para incidir sobre las más distintas materias: desde la nueva conformación de los órganos reguladores (CNE, CMT, CNC), pasando por materias energéticas, hasta aspectos de la protección de los derechos de propiedad intelectual. Como ha hecho Mas, Rajoy tendrá que plantear unas medidas de ahorro drásticas y enderezar el caos normativo socialista consecuencia de la descoordinación entre ministerios y la innecesaria intervención legal en materias que no lo requerían.
Al Gobierno de CiU parece estar castigándole la calle, que, además, no le perdona ni un solo desliz (he ahí el caso del conseller Felip Puig). Lo mismo le sucederá a un Rajoy que, por mucha que sea su cautela, recibirá de la izquierda alternativa la energía indignada que ha hecho de la ocupación de la calle un hábito poco saludable democráticamente –sin la preceptiva autorización administrativa para ello, consentido por el Gobierno– para combatir la legitimidad con la que el sistema logra su autoridad moral y efectiva que es la representación obtenida por el voto popular, libre y secreto. La proclamación de la «democracia real» que pide el 15-M conlleva el rechazo a la convencional, que en un sistema representativo se asienta indefectiblemente en el sufragio. Todo esto ocurre ahora en Catalunya; pronto, en toda España. Por eso, Catalunya es un laboratorio de la España inminente. O si se quiere, una sesión de ensayo general.
Cayo Lara
El malestar en IU es histórico. Los cuadros dirigentes han pasado de poner el foco sobre sus compañeros en Extremadura a hacerlo sobre la sintonía de Cayo Lara con las bases de la coalición. Al punto que comienza un movimiento interno para pedirle cuentas al coordinador federal, incapaz de reconducir en Mérida el plante de las bases extremeñas echando mano de argumentaciones tan impresentables como el de las barbaridades franquistas en Badajoz durante la Guerra Civil. La miopía de Lara y la demagogia de querer compartir mesa y mantel con los indignados en un desahucio en Madrid, del que fue expulsado, hacen dudar seriamente de su liderazgo.
Bankia, prueba de fuego
La medida del acierto o el error de la reforma del sistema de cajas y de la temperatura de los mercados pasa por la salida a bolsa de Bankia (Caja Madrid y Bancaja). Si se mantiene la decisión inicial de cotizar el próximo mes de julio, Rodrigo Rato asume enormes riesgos y lanza un órdago casi temerario; si retrasa la salida a bolsa a otoño, ralentizará la transformación de las cajas e inoculará más desconfianza. De tal manera que Bankia se ha convertido en la prueba del nueve de la situación financiera española.
José Antonio Zarzalejos, LA VANGUARDIA, 23/6/2011