Miquel Escudero-El Correo
La historia nunca se repite exactamente, pero observa una constancia: es lo propio de la condición humana. Para no tropezar en la misma piedra, hay que guardar memoria y asimilar los hechos. La falta de instrucción de los jóvenes, tanto en historia como en matemáticas, es preocupante, porque los enerva. La carencia de conocimientos históricos básicos los desubica y conduce al adanismo, es decir, a la ignorancia de que no somos los primeros habitantes de la Tierra a quienes nos pasan ciertas cosas. En cuanto a las matemáticas, una buena y apropiada práctica permite a todo el mundo disponer de mayor agilidad, flexibilidad y soltura para razonar sobre cualquier asunto; o bien, saber callar y ponerse a escuchar a quien sepa, hacerse preguntas y aprender. De todo lo cual depende la paz, aunque muchos lo ignoren.
Leyendo al historiador Jordi Canal he dado con el ‘Catecismo tradicionalista’, publicado por el carlista catalán Juan María Roma. Recordemos que un catecismo es un libro de instrucción elemental, solía ser con preguntas y respuestas. Su etimología, de origen grecolatino, nos vincula con instruir de viva voz, un eco que resuena. Por su parte, la raíz de tradición es ‘entregar’. Una transmisión. Su ‘-ismo’, el tradicionalismo, sería pues una ‘entrega inflamada’.
El carlista Roma era partidario de un Estado teocrático y aborrecía el liberalismo. A la pregunta «¿Qué es esto del sistema de mayorías?», respondía: «No es más que una triste comedia liberal; siendo, por otra parte, un disfrazado derecho de la fuerza». Sucede que un argumento como este puede usarse tanto desde la derecha como desde la izquierda. Conviene advertirlo.