FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ-EL MUNDO
La Historia de Roma suministra la práctica totalidad de los modelos de conducta existentes en la especie humana. Fue un zoo antropológico. En las Vidas paralelas de Plutarco siempre había un romano. Yo mismo tracé en esta columna paralelismos entre Franco y Caracalla, aunque no lo hice por sus vidas, sino por la damnatio memoriae que las borró. Catilina y Sánchez, sugiere en su blog de soliloquios Benigno Morilla, al que hoy, en parte, parafraseo, podrían ser protagonistas de un nuevo capítulo de la obra de Plutarco. El primero, ya desde sus años mozos, fue un intrigante. De él, que era hombre de muy elevada estatura, se decía que ésta corría pareja a su falta de luces. El afán de poder lo dominaba. Para alcanzarlo reclutó una tropilla dispuesta a todo y al frente de ella intentó dar un golpe de estado. Cicerón lo desenmascaró en sus catilinarias y una legión leal a la Constitución, digo, a la República, se encargó del resto. Sólo la fatuidad daba sostén a su megalomanía de cartón piedra. Pedro Sánchez, otro golpista, pues golpista es quien se alía con golpistas, adolece de la misma torpeza, cinismo y falta de escrúpulos que caracterizaba a Catilina: embustes en sus credenciales, pucherazos dentro de su partido, promesas perjuras, mañas de trilero, demagogia y, sobre todo, un solo objetivo en la vida: él y sólo él, aunque después llegue el diluvio. Su festival de posturitas de maniquí de mercería hortera mirante a aparentar la elegancia de la que carece lo delata. Lleva, dice Benigno, traje de vendedor de trajes. El burdo electoralismo de su política económica apesta a timo del tocomocho: «Su espíritu era temerario, pérfido, veleidoso, ávido de lo ajeno, despilfarrador de lo propio, fogoso en las pasiones, mucha su elocuencia, su saber menguado. Su espíritu insaciable siempre deseaba cosas desmedidas, increíbles, fuera de su alcance. A este hombre, después de la dictadura de Sila, le había asaltado un deseo irreprimible de hacerse dueño del Estado y no tenía escrúpulos sobre los medios para conseguirlo con tal de mantenerse en el poder» (Salustio). Quo usque tandum abutere, Catilina, digo, Sánchez, patientia nostra? Los idus de mayo, a más tardar, le aguardan. La clepsidra inició su goteo el 20 de diciembre, fecha en la que usted, al tratar a Torra como jefe del Estado de otro país, se convirtió en sospechoso de un delito de alta traición. El dios ibero de Machado y sus feligreses se lo demandarán.