Gregorio Morán-Vozpópuli
Ahora se llama “realidad alternativa” pero siempre se dijo negación de la evidencia
Si alguien imagina que las tormentas judiciales que castigan al presidente Pedro Sánchez y a su entorno pueden acabar por tumbarle, me temo que no ha calibrado la naturaleza del personaje. Estamos ante un Caudillo y eso significa que ha sido capaz de edificar un partido, un gobierno y una doctrina -ahora llamada relato- que puede disfrazar la realidad que usted vive y padece, en algo completamente diferente.
Usted tiene ante sí a un partido político que vive sus horas más bajas en la estima de la población, como prueban de manera incontestable los votantes que van reduciéndole el crédito. Sin embargo la ansiedad de los adictos funcionarios concentrados en el 41 Congreso desbordaba todo límite y el Caudillo cumplió a la perfección su misión catalizadora. “Volveremos a ganar las próximas elecciones”. Y entonces fue el delirio. Estaban esperando ese momento, cuando el líder echó mano de su especial sonrisa de pedernal muy trabajado. La realidad se había hecho palabra transformadora: no es verdad que perdamos elecciones, tampoco que para gobernar sea necesario que nos esquilmen los aliados, ni que el deterioro de la economía afecte a los bolsillos por más que luzcan las estadísticas, incluso la gangrena social de la vivienda nos la quitaremos de encima con una ley salvífica… (que podría entrar en vigor quién sabe cuándo). Que lo digo yo, Yo el Supremo. El barco de los náufragos permite una sala de baile digna del Titanic. “Los Tribunales y los Medios se retroalimentan” para torpedear nuestra Marcha Triunfal. Fue en Sevilla, tenía que ser en Sevilla, y les salió del alma: “Qué bien se está aquí dentro y que duro lo que hay ahí fuera”.
Ahora se llama “realidad alternativa” pero siempre se dijo negación de la evidencia. La ovación insólita a dos cadáveres políticos, Chávez y Griñán, resucitados por el Constitucional. No equivocarse, militantes y adictos, hay un Tribunal malo, el Supremo, y otro casi bueno, el Constitucional. Forma parte del Argumentario que ahora reciben algunos periodistas antes de examinarse de buena conducta en la Ruedas de Prensa oficiales. Permite que haya un denominador común para sentencias, causas, imputaciones… que se resumen en “decisiones judiciales” (terminología para adictos). Están alarmados ante la politización de la Justicia, cuando la Justicia nació de la Política y no al revés; lo saben de primera mano cuando la eligen.
Era muy necesario este 41 Congreso para que la maquinaria ya obsoleta se pusiera a punto. Se trataba de cerrar filas y cargarse de razones. ¿Cuáles? Las que marque el líder y que se resumen en un solo punto, crucial y definitivo
Sin echar la mirada muy lejos tenemos una conciencia común sobre el papel de la Fiscalía. El PP se jactaba de manejarla por detrás, y Pedro Sánchez, más clásico, dijo que por delante y ante las cámaras de TV; “¿de quién depende la fiscalía?”. Un egregio militante, el abogado sevillano Gómez de Celis, afirmó de manera contundente: “el día que haya más jueces hijos de obreros que hijos de magistrados, habrá vencido la democracia”. Aplicado a un ámbito como el del propio partido daría un resultado desolador. Tendría que hacérselo mirar. No encontraría ningún generador de plusvalía en ese 41 Congreso del partido Obrero. Suficiente escuchar a su representante institucional, vitalicio en la UGT, Pepe Álvarez, tan obsceno como un chiste de gracioso vocacional: “Pedro Sánchez es un presidente de fiar”. Algo menos fidedigno que el aumento de la subvención sindical del gobierno a los dos sindicatos mayoritarios: de 17 a 32 millones para el año entrante.
Insólito en la historia de cualquier partido político conocido, salvo la antigualla de Evita Perón, que la selecta militancia aclame el nombre de la esposa del líder -¡Be-go-ña!- durante varios minutos, como supuesto reconocimiento a una labor que no me atrevo a precisar. Quizá como víctima de algo tan increíble como inventarse una profesión académica cuando ya se ha entrado en los cincuenta y ha invertido su talento en algo tan fructífero como ser esposa de un Caudillo. La ambición mata a los mediocres cuando aspiran a forzar el Principio de Peter.
Era muy necesario este 41 Congreso para que la maquinaria ya obsoleta se pusiera a punto. Se trataba de cerrar filas y cargarse de razones. ¿Cuáles? Las que marque el líder y que se resumen en un solo punto, crucial y definitivo. Seguir en el poder, porque no hay caudillo ni caudillaje si no tienes a tu disposición la máquina que reparte el patrimonio, y si el patrimonio que administrar es parco habrá que conformarse con el botín. No desdeñen lo que ocurre en Cataluña, lo que pasa y lo que parece que pasa pero que no pasa. Merece una mirada intensa pero ahora nos conformamos con un apunte. La “financiación singular”, milagroso sintagma que lo dice todo y nada, habría de ser el punto crítico del Congreso, donde cada delegado autonómico sacara sus libretas y sus cuentas. No fue menester. El Caudillo les convocó a una cena sólo para virreyes pero sin la opción de sentarse, a pie, ¡tenemos tanto trabajo y confiamos tanto entre nosotros, que cada uno se vaya sirviendo! ¿Quién podía negarse al ninguneo? De modo entre humillante y cómplice se salvó el asunto. Illa podrá volver a Cataluña en la conciencia de haber oído a sus compadres y el Puto Amo tendrá el apaño para sacar los presupuestos con Junts. Podría haber añadido: “Si quieren algo más, que lo pidan”.
La Gran Parada de Sevilla no hubiera salido tan redonda sin un showman a la altura del momento. Una fiesta sin Zapatero pierde gracia, reconozcámoslo. Sirve para todo, un chiste, una broma tontorrona, una frase para enmarcar, un guiño sonriente a lo Dean Martin y un bailoteo estilo Fred Astaire. “Los progresistas de este país”, asegura, hablan por su boca. Y el payaso ríe y el público cómplice se descojona. Preparaba la entrada de Frank Sinatra, la Voz, el Boss, el que da seguridad en el marasmo mientras suena “A mi manera” (My Way, of course). El público se rinde. Qué magia, qué aplomo, qué autoridad sobre el escenario. Pasaron de cabizbajos y mohínos a salir ahítos de seguridad en el que manda, el Don.
“Resistir es vencer”. Lo escribió Rilke en una postal cuando hacía de camillero en la Primera Gran Guerra, voluntario por cuenta del Imperio Austro-Húngaro. Mal presagio. La teoría del Caudillaje se la sacó de la manga autoritaria alemana un catedrático español, Javier G. Conde, a beneficio de Franco que le hizo embajador extraordinario como estipendio. Lo nuestro de Sevilla es más pedestre, baste decir que la estrella invitada que llamó la atención del evento fue el Padre Ángel, fundador de Mensajeros. Quizá tenga alguna razón Tomás Gómez, ex líder del PSOE madrileño, cuando habla de “una especie de agencia de colocación VIP”. A secas.