EL MUNDO – 17/04/16
· Los republicanos, escépticos con la idea, reclaman «protagonismo» para Rufián y Tardà.
· La cada día más probable repetición de las elecciones generales tendría en Cataluña un efecto secundario: la reedición de la guerra fría entre Convergència y Esquerra acerca de cómo deben presentarse los independentistas a los comicios.
Como casi siempre últimamente, Convergència anhela una candidatura conjunta de los dos partidos. La formación que fundó Jordi Pujol en 1974 está inmersa en un proceso de «refundación» en el que podría incluso cambiar de nombre y sufre las consecuencias de los casos de corrupción y del desgaste asociado a los partidos que protagonizaron la Transición.
La estrategia no le salió bien en las últimas generales, pero sí en las autonómicas del pasado septiembre. El ex president Artur Mas forzó la creación de Junts pel Sí presionando a Oriol Junqueras con no adelantar las elecciones si no accedía. Sin embargo, la coalición no dio los frutos que esperaban. La lista unitaria independentista, con el apoyo de todas las organizaciones afines –excepto la CUP–, no logró el objetivo de la mayoría absoluta y se quedó muy lejos del 50% de los votos.
En vista de las circunstancias, Junqueras dijo después de aquellas elecciones que los resultados no habían sido los previstos y se negó a repetir la experiencia en las generales de diciembre. Lo hizo pese a que la presión arreció otra vez: Francesc Homs –que fue el candidato convergente– llegó a asegurar que Convergència y Esquerra concurrirían a las elecciones de nuevo juntos, con una «fórmula superimaginativa».
La prueba de la incomodidad de Convergència en las últimas citas electorales es que en las generales ni siquiera se presentó con su nombre. Lo hizo como Democràcia i Llibertat y se amparó en que concurría en coalición con otros partidos menores –Reagrupament y Demòcrates– que actúan desde hace tiempo como apéndices de la organización principal.
Pese a todos estos esfuerzos, el resultado de Homs fue muy malo. Si en 2011 CiU ganó por primera vez unas generales en Cataluña –Josep Antoni Duran Lleida consiguió 16 diputados–, el jefe de filas de Democràcia i Llibertat se quedó justo en la mitad. Convergència cayó hasta la cuarta plaza, superada por En Comú Podem, ERC y el PSC. Los independentistas sumaron en total 1,16 millones de votos, menos de la mitad que los partidos que, de una forma u otra, prefieren que Cataluña se mantenga dentro de España.
Las previsiones en caso de repetición de las elecciones son aún peores para Convergència, que podría –según las encuestas de que disponen en el partido– caer incluso alguna otra posición. Así que Homs ya ha propuesto abiertamente que la fórmula de Junts pel Sí se traslade al Congreso.
Los argumentos son los mismos que en ocasiones anteriores: Convergència dice que hay que «lanzar un mensaje claro al mundo» en clave independentista y que sin la unión de los dos partidos no será posible presionar en el Congreso para que el próximo Gobierno español permita al menos un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Convergència esperaba contar en su estrategia con la ayuda de la Asamblea Nacional Catalana, que desde que la dirige Jordi Sànchez parece aún más próxima a ese partido. De hecho, en su nueva hoja de ruta la entidad defiende la necesidad de «promover una candidatura de máxima unidad independentista» si se repiten las elecciones. Pero las bases han presentado múltiples enmiendas a ese texto y está por ver que finalmente se apruebe en la asamblea prevista para hoy por la organización tal y como está.
Junqueras es consciente de la voluntad de Convergència y la mejor manera que ha encontrado, de momento, para esquivar un debate que no le interesa es mostrar en público plena confianza en que las fuerzas políticas españolas llegarán a un acuerdo y no habrá repetición de las elecciones. Hace unos días dijo que «no es casual» que el Rey Felipe VI haya convocado una nueva ronda de negociaciones para los días 25 y 26 de abril, y además, auguró «muchas presiones de origen europeo» para que haya un acuerdo.
Fuentes del partido afirman que, si hay nuevas elecciones, ERC «siempre defenderá una candidatura amplia y transversal», pero añaden que debería ser «a imagen y semejanza de la del 20-D». Es decir, sin Convergència. Además, subrayan que están «muy satisfechos» de Gabriel Rufián y Joan Tardà, sus dos principales candidatos en las últimas generales, y que «es necesario que vuelvan a tener el mismo protagonismo».
Eso impediría en la práctica una candidatura conjunta con Convergència, a no ser que Homs –que fue mano derecha de Mas y portavoz del Govern durante su etapa en la Presidencia de la Generalitat– aceptara una posibilidad que parece impensable: renunciar a encabezar la lista. De hecho, ese fue uno de los principales escollos para que CDC y ERC no lograran un acuerdo en las últimas generales.
DOBLE ACTITUD DE PP Y C’S CON EL GOVERN
Quiebra de los constitucionalistas. El líder del Partido Popular en Cataluña, Xavier García Albiol, está preocupado por lo que considera la ruptura de los partidos constitucionalistas en Cataluña, ya que cree que el PSC se siente «más cómodo» en posiciones nacionalistas y Ciudadanos (C’s) ha abandonado «aquello que hasta ahora había defendido». En una entrevista con Efe, García Albiol afirmó que estas formaciones deben ir de la mano en determinadas acciones, como cuando en noviembre presentaron conjuntamente del recurso ante el Constitucional contra la declaración soberanista del Parlament, para transmitir unidad a los que no se consideran independentistas.
Apoyo al Govern ante Montoro. I nés Arrimadas, líder de C’s en Cataluña, se mostró ayer dispuesta a apoyar al Govern ante la decisión del ministro Cristóbal Montoro de reclamar a las comunidades autónomas que cumplan el techo del 0,3% para este 2016. Arrimadas cree que Montoro debe «variar su estrategia» sobre el reparto del déficit, ya que «es un tema que nos afecta a todos, y si bien es cierto que debemos cumplir con los requerimientos de la Unión Europea, es una prioridad que se haga de la mejor forma posible para la mayoría de la gente».
EL MUNDO – 17/04/16