ABC – 24/11/15
· Rull y Munté están bien posicionados para liderar el nuevo partido; Gordó queda en la reserva a la espera de que se resuelvan los casos de corrupción.
· La fatiga de Homs Homs ya piensa en la retirada, pero asume un gran reto: el debut electoral de Democràcia i Llibertat.
· La refundación de Convergència, prevista para 2016, implica la búsqueda de un nuevo líder. Artur Mas lo sabe y, a la espera de lo que ocurra con su tortuoso proceso de investidura –que depende de la CUP–, ya ha comenzado a plegar velas.
Para soltar lastre de la corrupción, de los recortes sociales y de la huida hacia adelante que supone el proceso independentista no basta con un simple cambio de siglas. CDC, fundada en 1974, asiste a la crónica de una sucesión anunciada por el propio Artur Mas, quien no tiene intención de presentarse en unas nuevas elecciones autonómicas.
Lo dijo en 2012, en el inicio de un declive electoral que los convergentes han intentado diluir en listas transversales. Lo volvió a asegurar en días previos a los adelantados comicios del 27-S, donde ya no fue cabeza de lista. Ahora busca una salida digna que no puede ir más allá de una presidencia honorífica. Tanto en la Generalitat como en ese nuevo partido, cuyo embrión se llama Democràcia i Llibertat. Este es el nombre elegido para acudir a las elecciones generales del 20-D.
Tras el fallido intento de sucesión protagonizado por Oriol Pujol, implicado en el fraude de las ITV, las riendas del partido quedaron en manos de Josep Rull y Jordi Turull. El futuro dirá como evoluciona esa bicefalia, pero lo cierto es que ambos están muy bien situados para suceder a Mas. Su historial está limpio, dado que nunca han formado parte del Gobierno catalán, y sus nombres no se han visto salpicados por casos corrupción. Fue precisamente Rull, coordinador general de CDC desde 2014, quien ayer confirmó que este partido se disolverá durante la celebración de un congreso que tendrá lugar en cuatro o cinco meses, es decir, cuando se haya aclarado si hay nuevo gobierno catalán o nuevas elecciones autonómicas.
En el caso de que, finalmente, se llegara a un acuerdo con la CUP, fuentes nacionalistas aseguran a ABC que no se descartaría el avance electoral, ya que la presión de los antisistema puede hacer insostenible la acción de gobierno y la actividad parlamentaria. El objetivo, afirma Rull, es formar «un gran espacio de centro» que atraiga a liberales, socialdemócratas y socialcristianos. Pretenden aglutinar a miembros de Reagrupament, así como a exdirigentes de Unió de ideología independentista, aunque ambas agrupaciones defienden su soberanía y precisan que, de momento, solo existe una coalición electoral de cara al 20-D.
Esa vocación transversal cuenta con la exsindicalista Neus Munté, actual vicepresidenta en funciones, que cubre la cuota socialdemócrata y también los deseos de la CUP. De hecho, su nombre ha sonado como posible salida al bloqueo impuesto por el partido de Antonio Baños, pero ella se autodescarta. Por su parte, Jordi Turull ha demostrado gran desenvoltura en la dialéctica parlamentaria, así como en las tareas de portavocía. Entre los posibles candidatos a dirigir la refundada Convergència no figura ningún miembro de la guardia pretoriana de Artur Mas. El que fue su máximo hombre de confianza, Francesc Homs, confiesa en privado que está cansado, que piensa en la retirada y en su regreso a la abogacía. Asume un gran reto, liderar el debut electoral de Democràcia i Llibertat. Las encuestas auguran que Esquerra puede pasarle por delante. Lo que está claro es que éste será el último servicio de Homs a su formación.
Defunción, no refundación
La candidata del PSC a las elecciones generales, la exministra Carme Chacón, aseguró ayer que el cambio anunciado por CDC «no es ninguna refundación, es una defunción». Por su parte, el presidente de Unió lamentó que «CiU se haya roto gracias a la política que ha llevado a CDC a ir a remolque de ERC y ahora, incluso, de la CUP». El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, dijo que «por muchas siglas nuevas que se invente», no va a lograr «tapar la corrupción» de Convergència.
El ministro del Interior, Jorge Fernández, acusó a Mas de destrozar a CiU, convertir a Unió en un partido extraparlamentario y a la CUP, que era extraparlamentario, en un partido de referencia. «No me sorprende que quieran refundarse», dijo.
ABC – 24/11/15