Miquel Escudero-El Correo

El neurocientífico extremeño Ignacio Morgado desarrolla una actividad divulgadora extraordinaria, tanto en conferencias como en libros y artículos. En uno de éstos, se ha hecho eco de quienes están dispuestos a suprimir las matemáticas en la educación de los adolescentes. El rechazo a esta materia lleva a muchos jóvenes a desistir de comenzar carreras donde tengan que examinarse de ella; así, de entrada, descartarían las universidades politécnicas y los estudios de ciencias (física, química, biología y geología), pero también los de economía.

Hay políticos y, por supuesto, padres que consideran irrelevante la enseñanza de las matemáticas porque, afirman, las que se necesitan en la vida diaria «se aprenden solas al estar muy enraizadas en el interés de las personas»; un argumento ridículo e inaceptable. El profesor Morgado, en cambio, ve las matemáticas como un andamio mental sobre el que instalar y ordenar nuestro mundo físico.

Es natural que los jóvenes que hayan abandonado esa instrucción tengan menor rendimiento al calcular y razonar en términos matemáticos que quienes aún la reciban. Pero, tras diferentes investigaciones al respecto, se ha averiguado que muestran además una importante reducción de un neurotransmisor específico, de modo que la actividad neuronal queda mermada y canalizan peor la información, incurriendo en un mayor número de redundancias e interferencias.

Está comprobado cómo influye la educación matemática en la plasticidad y desarrollo del cerebro del adolescente. Queda por determinar la repercusión del abandono de esta instrucción en procesos mentales no relacionados con las matemáticas. (Continuará.)