Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  •  Si el futuro del país se debate en la reunión entre el PSOE y Junts en Ginebra, no tiene sentido tener abierto el Parlamento

No propongo asaltar el Congreso como Tejero el 23-F de 1981, pistola en mano. Ni siquiera propongo rodear el Congreso como hizo la Coordinadora 25-S (una excrecencia de Podemos) en varias ocasiones (septiembre de 2012, octubre de 2016). Propongo, directamente, cerrar el Congreso, que es algo mucho más aséptico, indoloro y… barato. Digo mal, lo que propongo en realidad es mantener cerrado el Congreso ‘sine die’, dado que cerrado lo está desde el Consejo de Ministros celebrado el pasado 29 de mayo. Desde entonces tan solo han trabajado unos pocos días. Uno, el pasado 17 de agosto, para dar comienzo a la XV Legislatura y votar la Mesa del Congreso, que ganó ‘in extremis’ Francina Armengol gracias al preacuerdo entre el PSOE y Junts, con aviso de este grupo de que tal decisión no implicaba acordar la investidura y mucho menos la legislatura. Un par de días más para proceder a la investidura, en donde Junts volvió a apoyar a Pedro Sánchez, no sin antes, y después, advertir que eso no suponía apoyar la legislatura. Y, otro, por fin, esta misma semana, para la apertura formal de la legislatura, en donde Junts avisó de que todo pendía del fino hilo de los compromisos negociados en Bruselas y aceptados por Pedro Sánchez. Poco más.

Y trabajar, lo que se dice trabajar, lo han hecho unos pocos diputados esos pocos días. El sistema de listas cerradas hace que los diputados deban su cargo a quien les coloca en las listas, mucho más que a los ciudadanos que les votan. De ahí que quienes se saltan dicha disciplina y se les ocurre la originalidad, y la perversión, de votar en conciencia y a su aire -acuérdese de Tamayo en la Asamblea de Madrid-, pasan a engrosar la lista histórica de traidores situados en el último círculo del infierno de Dante, donde moran gentes como Bellido Dolfos, Audax, Efialtes de Tesala, o Brutus. Por eso, con que fuera uno por grupo parlamentario y votase ponderado al número de diputados que pastorea sería suficiente. Nos ahorraríamos una pasta en sueldos, dietas, asesores y personal auxiliar.

Los diputados han trabajado solo unos días y ni siquiera se celebran sesiones de control al Gobierno

Ahora es peor. ¿Cuáles son los problemas del país que supuestamente deberían ocupar la atención de sus señorías? Pues no sé, quizás cosas como las cuentas públicas, las pensiones, los avances en el Estado del Bienestar, la sequía, la posición frente a las guerras, la vivienda, la dependencia y otras nimiedades. Pero de eso no hablan en el Congreso, porque no se reúne y ni siquiera hay sesiones para el control del Gobierno. Es más, no las habrá hasta el 13 de diciembre, a la que por cierto no acudirá el presidente Sánchez que estará en Bruselas hablando de la Presidencia europea, justo al filo de su final, pues no ha tenido tiempo de acudir allí en sus seis meses de mandato. Pero si eso es lo importante, lo urgente es consolidar el Gobierno y garantizar su supervivencia. Lo que nos obliga a ocuparnos de cosas terribles como la amnistía, el traslado de la Agencia Tributaria a Cataluña o el referéndum de autodeterminación.

¿Se va a hablar de lo que concentra y altera la atención pública en el Congreso? No. Se habla de ello en ese templo del capitalismo que es Ginebra, se hará alrededor de una mesa con asistentes no confirmados, con un orden del día secreto y arbitrados por personas innominadas. ¿A nadie le parece un sistema insólito este de que el presente y el futuro del país se debata de esta manera? ¿Cómo queda el Congreso, que según la Constitución es la sede de la soberanía nacional? Si no sirve para hablar de la soberanía nacional y de la configuración del Estado, ¿para qué sirve? Por eso propongo que, al menos mientras estemos entretenidos con estas cosas y una vez que los diputados se enteran de los avances a través de los medios, como los demás, se cierre el Congreso, apaguemos la calefacción y se mantenga el sueldo tan solo a Santos Cerdán que, el pobre, es el único diputado que de verdad trabaja y se lo gana.