- Si un gasto extra en defensa de 10.471 millones no requiere consulta alguna a la Cámara, mejor prescindamos de ella y que todo quede al libre arbitrio del sátrapa
Se acabo el relax. Tras unos días de placidez vacacional, en los que no tuvimos que soportar al divo y a su coro, ayer reapareció Sánchez, dispuesto a copar el foco público con una comparecencia especial en un momento en que la atención del mundo está centrada en la muerte del Papa.
Una vez más hizo gala de su acreditada jeta de hormigón armado (resiliencia, en su jerga). El zombi político que okupa la Moncloa sin ganar las elecciones, el mandatario que chapotea en un lodazal de corrupción familiar y partidista, el pato cojo que podría no tener presupuestos en lo que queda de legislatura, se presentó ante las cámaras como un estadista en pleno vigor para anunciar una inversión extra de 10.471millones en defensa (que no hace por vocación, sino porque nuestros aliados internacionales y la OTAN le han tirado de las orejas).
Y ahora vamos con el doble salto mortal sin red. Lo pretende hacer sin pasar por el Parlamento, un rancio estorbo que existe en las democracias, y sin explicar de donde sale la pasta, más allá de una exposición risible, que parecía de un presidente de telecomedia.
Rachel Reeves es la canciller del Gobierno laborista británico, la responsable de Hacienda. El mes pasado anunció un aumento del gasto en defensa del Reino Unido de 2.200 millones de libras para el próximo año. Por supuesto explicó cumplidamente al pueblo de dónde va a salir ese dinero y reconoció que tendrán que acometer recortes dolorosos en las ayudas sociales a fin de compensar la inversión militar. El Gobierno de izquierdas británico asumió que 3,2 millones de familias van a sufrir un recorte de 1.720 libras anuales en sus subsidios. Incluso explicó que 50.000 niños serán más pobres al final de la legislatura debido los obligados recortes. Reeves recordó que el dinero es finito, que no se puede soplar y sorber al tiempo y que si se gasta más en un lado toca recortar en otro, pues hay que cuadrar las cuentas. Eso se llama decir la verdad a los ciudadanos y tratarlos como adultos.
¿Y qué hace el engreído pícaro que padecemos en España? Pues tomarnos por…, como siempre. Preguntado sobre de dónde van a salir los 10.471 millones que anuncia como gasto extra en defensa para este mismo año, Sánchez explicó que 1.300 millones vendrán de partidas existentes para ciberseguridad, 1.700 de dinero sobrante de las ayudas fiscales contra la covid para las entidades locales y el resto -y no se rían, que ya lo hago yo- de «los ahorros generados por la exitosa gestión de este Gobierno y de nuestro éxito económico, la mejor economía del mundo». Puro gas.
Es decir, de 10.471 millones, Sánchez ha seudo justificado 3.000 (menos de un tercio). Además, promete disponer de ellos ya mismo, a pesar de que no tiene ni presupuestos, pues gobierna con unos de la legislatura anterior, por lo que está incumpliendo claramente la Constitución (aunque él lo niega, añadiendo así una mentira más al copioso currículo). Todo esto es una chapuza de tintes bananeros.
Lo que tenemos en la práctica es a un aprendiz de sátrapa -o sin aprendiz- que actúa al margen del Parlamento, que incumple el requisito elemental de todo Gobierno de aprobar unas cuentas públicas y que mueve los millones ante las cámaras como si fuesen los cubiletes de un trile de feria. De propina, ayer asistimos a la golfería de un fiscal general colocando a un amigote afín al frente de la sala que se ocupará de su caso. Puro madurismo
Todo esto es inadmisible y los españoles deberíamos estar saliendo ya a la calle en tropel en defensa de nuestros derechos y libertades. Pero no lo veremos. A casi la mitad del pueblo le parece bien que el Ejecutivo miccione sobre todas las reglas con tal de que no gobierne la derecha, que es lo único que importa. La oposición tiene la pegada que tiene y es como quien oye llover. Los empresarios despotrican con dureza en privado y callan en público. Los intelectuales de referencia están más extinguidos que el pájaro dodo. Y es en ese páramo, el de un país rendido, o idiotizado por la propaganda, por donde campa altivo Pedrogan, dilecto discípulo de Erdogan (con la diferencia de que al menos los turcos si expresan su queja en alto).
Cerremos el Parlamento, al fin y al cabo Sánchez ha establecido por la vía de los hechos que la sede de la soberanía nacional es una antigualla superflua. Cerremos el Supremo, toda vez que Sánchez ha convertido el TC de Pumpido en un tribunal de casación que corrige sus sentencias al dictado de los intereses del PSOE. Caminemos todos juntos cogidos de la mano por la senda del «progresismo» obligatorio. Enterremos nuestros derechos y libertades para que no gobierne JAMÁS la derecha.