Ignacio Camacho, ABC, 30/8/12
El numerito de Bolinaga no es ninguna nimiedad; provoca una desafección clave en la cohesión moral de la derecha
EL aroma denso y dulce de una dama de noche perfuma las últimas charlas del verano. Hay mesas vacías ya en la terraza del restaurante volada sobre un Mediterráneo en el que riela la segunda luna casi llena de agosto. «¿Sabías que este fenómeno se llama luna azul? Labluemoon de los americanos, ya sabes, a la que se le piden deseos…¿tú cuál crees que le pediría Rajoy?». Mi amigo, empresario, economista y expolítico, sonríe con ironía dándole un sorbo a su gin tonic y se anticipa a la respuesta. «No, ése que estás pensando no vale: el rescate está fuera de concurso. Y el ajuste del déficit no se va a cumplir ni en sueños…»
«No sé si te has dado cuenta pero mucha gente ha tomado estas vacaciones como una última tregua, un paréntesis de conveniencia como si todo el mundo acaparase fuerzas para un trimestre de aquí te espero.¿No has notado este verano como una especie de fatalismo? Algo así como: apuremos esta oportunidad que nadie sabe cuándo volveremos a tener. Eso los que la hemos tenido, claro. El lunes próximo tiene un aire como de zafarrancho de combate, te apuesto lo que quieras a que ese mismo día empezará el jaleo en la calle, al menos en Madrid. Si hubo funcionarios que cortaban el tráfico hasta el mismo 31 de julio… luego se ha abierto como un paréntesis, hasta los mercados han dado respiro. Te confieso que yo mismo creía que en agosto se montaba otra vez una parda con la prima de riesgo y que el presidente tendría que volver antes de tiempo, con la importancia que le daba a tomarse unos días… Hombre, para meter la pata siempre hay alguien de guardia en el Gobierno… ¿qué me dices de ese ministro del Interior?»
«Quizá Rajoy no se dé cuenta porque está centrado en lo del rescate y la negociación europea, pero el numerito de Bolinaga tiene más importancia de lo que parece; provoca una desafección clave en la cohesión moral de la derecha. Los votantes del PP pueden entender, aunque se cabreen, que el Gobierno tenga que incumplir promesas económicas o fiscales, que suba impuestos, que no pueda con la situación, pero esto de los etarras no tiene que ver con la crisis. Es un incumplimiento gratuito, un guiño zapaterista que no se entiende salvo que haya algo que no sabemos. Y no es nimio: en vísperas de elecciones puede constituir un grave error estratégico ponerse simpático con esos tipos. Si se consolida una mayoría soberanista en el País Vasco, y con el ambiente que se está creando en Cataluña, el asunto de la deuda y la prima va a parecer un sencillo crucigrama. Nadie parece darse cuenta pero entre el problema secesionista y el financiero se puede retroalimentar un reto inédito para el Estado. Sí, sí, un desafío terminal, un órdago cruzado y simultáneo para el que probablemente nadie está preparado. Se están formando las condiciones para una tormenta perfecta y esto no tiene que ver con las dos lunas… ¿quieres otro gin tonic?».
Ignacio Camacho, ABC, 30/8/12