EL MUNDO – 02/07/17
· El líder Xi Jinping advierte a los activistas prodemocracia, que se lanzan a las calles.
· Nada más aterrizar en Hong Kong el jueves pasado, el presidente chino ya fue dando muestras de que iba a emplear su visita de tres días para enviar varios recados a los locales.
Si primero alabó a las autoridades de la ciudad por su «compromiso» por hacer frente a las fuerzas independentistas y al día siguiente presidió el mayor desfile militar de tropas chinas en la región en 20 años, Xi Jinping aprovechó el acto central de su estancia para mandar su mensaje más contundente a los díscolos que desde hace años le reclaman más democracia y menos control.
«Cualquier intento de poner en peligro la soberanía nacional y la seguridad de China, desafiar la autoridad del Gobierno central y la Ley Básica de Hong Kong [la miniconstitución que rige el territorio] es un acto que cruza la línea roja. Es absolutamente inadmisible», advirtió el mandatario en su discurso de investidura de la nueva jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam, programado para el mismo día en el que se conmemoraban los 20 años de la vuelta de esta ex colonia británica bajo soberanía china.
Se trata de la primera vez que Xi u otro líder chino menciona una línea roja en relación con este territorio, algo que se interpretó como una advertencia directa a las voces que en los últimos años han emergido en la ciudad pidiendo una mayor autonomía o la independencia, todo un anatema para Pekín.
Hong Kong es una «sociedad plural» con «diferentes puntos de vista y grandes diferencias en algunos asuntos», dijo el líder dirigiéndose a los dignatarios allí presentes. Pero, advirtió, «hacer de todo algo político o crear diferencias deliberadamente dañará gravemente el desarrollo económico y social de la ciudad».
Para los analistas locales, el hecho de que Xi también hiciera mención a la necesidad de mejorar la protección de «los intereses de la soberanía nacional, la seguridad y el desarrollo» es una clara señal de que el Gobierno pretende resucitar la idea de aprobar una Ley de Seguridad Nacional para esta región similar a la que rige en el resto del país. En 2003, el Gobierno local ya trató de introducirla, pero decidió retirar el proyecto después de que medio millón de personas protestaran en su contra.
Pese a lo directo de su mensaje, las palabras de Xi no frenaron a unas 60.000 personas de salir a las calles de la ciudad horas más tarde de su discurso para protestar contra su visita, pedir más democracia y libertad y denunciar las injerencias del Partido Comunista chino en sus asuntos internos. Entre ellos estaba Avery Ng, presidente de la Liga Socialdemócrata y conocido activista hongkonés, para quien las líneas rojas de Xi «se mueven de acuerdo a sus gustos y los de su partido. Un día es Hong Kong, al otro es Tíbet y al siguiente son los derechos humanos. Las desplazan de tal modo que sirven para afianzar su control y dominio y acabar con cualquier voz que se les oponga», aseguró a EL MUNDO. La marcha acabó sin incidentes.
EL MUNDO – 02/07/17