ENTRE el Gobierno de la nación y el de la Comunidad Autónoma catalana, el choque de trenes se hará inevitable si en un plazo muy corto no se llega a un pacto transaccional. El informe hecho público por la Sociedad Económica Barcelonesa d’Amics del País exige la reflexión de todos los que tienen capacidad para influir en una situación que bordea el despeñadero. Preside Amics del País, Miguel Roca, y destaca en su gestión Jaume Giró, que se encuentra entre los hombres que más profundamente conocen la situación social y política de Cataluña.
Está claro que es necesario zafarse del radicalismo simplista de algunos columnistas indocumentados o de ciertos tertulianos ignaros. De lo que se trata es de alcanzar en las próximas semanas un acuerdo fiscal, cultural y de autogobierno que modere, dentro del más estricto respeto a la legalidad constitucional, las posiciones de Gobierno y Generalidad porque la persistencia de Puigdemont en la desobediencia tiene demasiado riesgo para todos.
Y que nadie se engañe. No será fácil el acuerdo porque los que le rodean saben que el presidente de la Generalidad no aspira a ser reelegido y eso acentúa su radicalismo. Amics del País propone en su inteligente informe consensuar un programa catalán de mínimos que parta del respeto a la Constitución y que pueda ser negociado con el Estado. Para los dirigentes de la prestigiosa Sebap, «el diálogo no obliga a renunciar a las posiciones propias pero sí a reconocer las de la otra parte». «La ilusión independentista –afirma la Sociedad Económica Barcelonesa d’Amics del País– ha implicado también la contención, el silencio, el malestar o la oposición de quienes no son independentistas o no creen conveniente serlo»; también de los que piensan que «entrar en la vía de la desobediencia generará problemas, causará dificultades, suscitará tensiones y situará a una buena parte de la sociedad entre dos legalidades». Para los responsables d’Amics del País, si el Gobierno no reconoce la identidad de Cataluña el diálogo no será posible pero tampoco lo será si la Generalidad continúa negándose a admitir la realidad española tal como es.
Mariano Rajoy cometió el inmenso error durante su legislatura mayoritaria de envolverse en la máxima de Pedro Arriola: «No hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico». El tiempo no solo no ha arreglado nada sino que la ausencia del diálogo y la negociación nos ha instalado en una situación límite. Quedan solo unas semanas, tal vez hasta el comienzo de la primavera, para que los trenes que avanzan a gran velocidad no colisionen. El informe de los Amics del País supone una seria advertencia que no debe ser desatendida.
Si no se produce el acuerdo, al Gobierno de la nación no le quedará otro remedio que aplicar el artículo 155 de la Constitución y suspender total o parcialmente la autonomía de Cataluña, como decidió el socialista Blair con Irlanda del Norte. Se sabe que eso se puede hacer; se desconocen las consecuencias de una medida de semejante alcance. Por eso el sentido común exige que se negocie hasta la extenuación para hacer viable lo que ha propuesto la Sociedad Económica Barcelonesa d’Amics del País.