INOCENCIO F. ARIAS – ABC – 25/05/16
· «Me gustaría ver lo que haría la izquierda en el poder. ¿Permitiría estrenar en un teatro oficial una versión innovadora de Doña Francisquita en la que la derecha hiciera pequeñas travesuras económicas mientras que los de la izquierda fueran unos contumaces corruptos?»
Spain is different. Que todo un teatro oficial, el de la Zarzuela, monte un espectáculo, audaz, rompedor, para algunos «irreverente», puede ocurrir en bastantes países democráticos y, en ocasiones, hasta ser bueno. Quitar el polvo de antiguallas puede ser adecuado. Ahora bien, que la principal conclusión del montaje de dos zarzuelas chispeantes y venerables sea que la situación político-social actual es una inmensa porquería y que la caca mayor de ese gran montón de basura, la que impregna todo, sea, con diferencia, la que produce el partido del Gobierno es algo ya que no se daría en otros pagos, al menos en un teatro oficial y con gran boato. España es diferente.
Los autores del espectáculo «¡Cómo está Madriz!» han introducido muchas innovaciones en su versión de las zarzuelas «La Gran Vía» y «El año pasado por agua». Innovar es aceptable. Pero ocurre que han innovado en exceso y de forma curiosamente sesgada. Al poco del arranque de la obra, en la que un inspirado Paco León es transportado en sueños a fines del XIX, comienzas a sentir que las escenas añadidas son desusadamente largas. Enmendar abundantemente la plana –con alguna salida ocurrente y muchas manidas o de escasa gracia– a un texto que encantó a Nietzsche es arriesgado. Pero cuando empiezas a removerte en tu asiento, y a menudo a hastiarte, es cuando te invade la insistente moralina. Una prédica cuya moraleja constante es que España no funciona porque el sistema político no funciona. El sistema actual es corrupto y trabaja sólo al servicio de una minoría.
Hay puyas o puyitas contra mucha gente: jueces, periodistas reciben sus cachetes; los políticos, coscorrones; pero el trompazo mayor, los pares de banderillas en todo lo alto, la estocada van contra la derecha, y aún más contra la actual derecha. Que en el momento en que en la obra se denuncia festiva pero machaconamente la corrupción las fotos que, muy visiblemente, aparezcan en una pantalla sean las de Rato, Bárcenas, Fabra, Pujol, Isabel Pantoja… es una buena muestra de hacia dónde van los tiros. Ya se sabe, Gürtel está llevando a España al precipicio y al recorte social, los ERE son una fruslería.
El mensaje subliminal de que hoy por hoy España no tiene remedio no sé si es antisistema o reaccionario. No me place.
En el deseo de ir acorde con la modernidad que vivimos hay una escena en un burdel, con las meretrices colocadas como las actrices de la película «Sweet Charity», en la que un obispo, que se desliza en patines en una imitación de Fellini, y que no se sabe qué relación tiene con los temas de la zarzuela, disfruta de una felación con una mujer y hace mutis abrazando a un homosexual. Sigue, no sabemos si por modernidad o por dar otro rejón al podrido sistema actual y a la casposa derecha, una escena en que dos lesbianas se enlazan en la cumbre. (También vimos en la ópera «Pepita Jiménez» a un sacerdote abusando de un chaval. ¿Pudo Valera imaginarse esto?).
Si yo fuese estratega de la izquierda populista española me gastaría parte del dinero del partido en invitar a gente a la Zarzuela para que difundieran la doctrina. Es difícil soñar con una obra, con buena música y presentación costosa, que sirva mejor en estas fechas una campaña electoral, y no precisamente al PP.
Cuando UCD nos metió en la OTAN, la televisión oficial, la única existente, emitió un programa especial que concluía con un mensaje ominoso. Unas bombas caían sobre una ciudad con cántico funerario de fondo. Ni animaba mucho a entrar en la OTAN ni barría precisamente para el Gobierno. Cuando los socialistas decidieron posteriormente que nos quedáramos en la OTAN la televisión fue, en cambio, más difusora de lo que quería el Gobierno.
Me gustaría ver lo que haría la izquierda en el poder. ¿Permitiría estrenar en un teatro oficial una versión innovadora de Doña Francisquita en la que la derecha sólo hiciera pequeñas travesuras económicas mientras que los de la izquierda, con fotos incluidas, fueran unos contumaces corruptos, tipos patibularios que al final se redimen confesándose en público? Lo dudo.
Paco León estuvo muy bien, convincente y señor del escenario. Me gustaron la frescura y la voz de María Rey-Joly. Más que dignos los cantantes y el coro, y muy entonada la orquesta.
INOCENCIO F. ARIAS ES EMBAJADOR DE ESPAÑA – ABC – 25/05/16