DIARIO VASCO, 2/10/11
La indefinición e inexperiencia y la crisis lastran el arranque de un gobierno que se esforzará en el consenso y la transparencia
Cuando cambia el color de un gobierno tras muchos años de mandato de un mismo partido, la lupa sobre el nuevo ejecutivo es tan grande que no hay cien días de gracia que valgan. Le ocurrió al Gobierno Vasco de Patxi López y le pasa ahora al Ejecutivo foral de Martin Garitano. Tres meses después de arrancar su nueva etapa, el Gobierno de Bildu en la Diputación de Gipuzkoa navega entre la crisis económica que lastra cualquier actuación y la indefinición inherente a una coalición nueva, con poca experiencia en la gestión y que no esperaba encontrarse tan rápidamente con responsabilidades de gobierno. La actuación del Ejecutivo soberanista también se está viendo condicionada por el escenario de posible final de ETA, pendiente de consolidarse definitivamente, uno de los principales objetivos a los que quiere contribuir la coalición y una de las principales razones de la marea de votos que recibió en toda Euskadi.
Bajo estas premisas, el Gobierno de Bildu ha transitado en estos tres meses entre las críticas de la oposición de «inacción» y «paralización» del territorio, por una parte, y de falta de contundencia contra ETA y de apoyo a las víctimas, por otra. Frente a estos ataques, la coalición soberanista niega haber paralizado nada, sino que su prioridad no es «el cemento o los macroproyectos de dudoso beneficio social». Al mismo tiempo, llama al «diálogo y la participación de todos» para la pacificación de Euskadi.
Sea como fuere, la llegada del otoño y la entrada de lleno en un curso político crucial, que posiblemente traiga un cambio político en España y el final definitivo de la violencia, obligarán a la Diputación a tomar decisiones con dos objetivos: contribuir al nuevo escenario vasco, e intentar aportar soluciones para salir de la crisis económica.
Presupuestos
La clave principal a futuro será, con toda probabilidad, su capacidad para articular consensos con el resto de partidos. De momento, está dispuesto a aplicar esta estrategia para salvar el principal escollo que le queda hasta final de año: los Presupuestos. La coalición de independientes, EA y Alternatiba se abrirá a pactos con todos los partidos, en especial PSE-EE y PNV, para intentar pactar las cuentas públicas, según fuentes del Ejecutivo foral.
Los primeros pasos dados en Juntas, con acuerdos en material fiscal, hacen prever que pueda ser más fácil el encuentro con los socialistas que con los peneuvistas. No obstante, la necesidad de configurar unas cuentas que van a estar recortadas por la crisis y el déficit de 101 millones denunciado por Bildu no augura una negociación fácil. Los Presupuestos serán por tanto una buena oportunidad para que la coalición demuestre que, efectivamente, «puede hablar y pactar con todos», como defienden que ha ocurrido en la fusión de las cajas o el rechazo al peaje de Etxegarate (pactado con el PP y Aralar).
No obstante, el foco principal de la lupa en estos cien primeros días se ha centrado en la cuestión de la violencia de ETA. Cada paso del nuevo ejecutivo y, en especial, del diputado general, Martin Garitano, ha sido analizado al detalle y ha servido a la oposición para criticarle duramente, como se vio en el primer pleno de Juntas el pasado 21 de septiembre. Polémicas más o menos artificiales aparte, el Ejecutivo de Bildu ha centrado la mayor parte de su actuación en este apartado en expresar apoyo a las reivindicaciones de los familiares de presos. Ahora, a la espera de los nuevos pasos que puedan dar tanto ETA como el nuevo Gobierno, la asignatura pendiente de Bildu serán los gestos hacia las víctimas del terrorismo.
El Gobierno foral va a estudiar, en este sentido, el ofrecimiento del Ejecutivo Vasco para consensuar un texto conjunto para el día de la Memoria, que se celebrará el 10 de noviembre. La izquierda abertzale, EA y Alternatiba no quieren dar pasos en falso en un asunto tan delicado, y pretenden avanzar a medida que también se reconozca a «otras víctimas de otras violencias», pero están dispuestos a reconocer a los damnificados por ETA.
A la espera de los futuros pasos que pueda dar Bildu para la consolidación de la pacificación y normalización, el Gobierno foral se marca como objetivo principal convertirse en un ejecutivo «participativo» y transparente. El reto es fomentar la participación de la sociedad en las medidas para salir de la crisis económica. El recorte en inversiones será inevitable con una única excepción, los servicios sociales, un campo en el que la coalición de izquierdas y abertzale hará un esfuerzo para que no se vean mermados.
Los tres integrantes de Bildu inciden en destacar que se han encontrando con telarañas en las arcas de todos los departamentos, lo que va a impedir grandes inversiones. Ello unido al rechazo a los principales proyectos estratégicos apoyados por el anterior gabinete de PNV y Hamaikabat, tanto los de competencia foral, como la incineradora, como otros (Puerto Exterior o replanteamiento del Tren de Alta Velocidad) dan cierta sensación de paralización del territorio.
Quizás, el principal logro de estos cien días es haber conseguido normalizar el papel institucional de la sensibilidad de la izquierda abertzale, pese a que ETA no haya dado el paso de cerrar la persiana definitivamente. De ello dan fe acuerdos como el de la Kutxa o la política de pactos puntuales que ha desarrollado en las Juntas con diferentes partidos.
DIARIO VASCO, 2/10/11