Jon Juaristi-ABC

  • ¿Reincide en la estupidez el as del plagio de tesis doctorales? Pues leña al mono

Lo siento, pero, cuando oigo a Sánchez pronunciar la frase «con todo el rigor científico» para introducir melonadas como la del tránsito gripoide de pandemia a endemia, no puedo sino evocar la etiqueta clásica del Anís del Mono. Ya sé que me repito, pero Sánchez también. Como en política, en el lenguaje la corrupción empieza por lo más alto. Parafraseando a Lord Acton: si el poder corrompe, el poder estúpido corrompe estúpidamente. ¿Reincide en la estupidez el as del plagio académico? Pues leña al mono. «Desde el punto de vista científico», dice Sánchez… ¿qué entenderá el tío por «punto de vista científico»?¿Hay o hubo alguna vez un «punto de vista científico»? No. Lo que hay es científicos con puntos de vista, así, en plural. Si admitimos como científicos a todos los bustos parlantes que sacan las televisiones para explayarse sobre el Covid y sus mutaciones, sobre la eficacia de la tercera o cuarta dosis de la vacuna ante la variante Ómicron o sobre lo que sea, presentándolos como virólogos, epidemiólogos, microbiólogos, etcétera, comprobaremos que cada uno de ellos tiene sus opiniones particulares sobre estos asuntos, opiniones que no suelen coincidir siquiera con las de los colegas de las instituciones en cuyos nombres largan. Tómese a los Ghebreyesus (¿será acaso pariente del extremo derecho del Olimpique de Marsella?), Serranos y demás compadres de la OMS, por ejemplo. Por no hablar ya de nuestras glorias patrias, que llevan años probando vacunas milagrosas en ratoncillos humanizados para cuando la pandemia pase.

¿Exagero? Ustedes dirán. Con todo, conste que los científicos, en principio, me merecen un respeto. Muchos de ellos tratan de paliar pandemias o erupciones volcánicas con esfuerzo, sacrificio y método. La mayoría se equivoca, porque la verdad científica no es sinfónica. Pero ningún científico auténtico ha alardeado jamás de poseer la exclusiva del «punto de vista científico». Si alguno lo hace, se trata de un impostor, como los falsos obispos de Chesterton. Sánchez, sí. Y, con Sánchez, su Gobierno en pleno, que se jacta de pensar lo mismo en todo, con una sola voz y un solo espíritu, como la Comunión de los Santos, y además con el mismo cerebro, según acaba de afirmar tajantemente esa cosa que detenta la cartera de Justicia y responde al nombre de Pilar Llop. Incluso un solo cerebro parece demasiado para el gabinete sanchista. Pero Llop no miente (en esto). No diría que las menestras de Sánchez piensan -la izquierda se curó hace mucho de esa funesta manía-, pero reaccionan con reflejos idénticos ante los mismos estímulos, al contrario que la sedicente comunidad científica. Véase cómo han bendecido el chivatazo de Alberto Garzón a los británicos, que el friqui comunista debió de confundir con los hindúes, pues es sabido que el Angus Steak viene de vacas sagradas que pastan sueltas por Hyde Park y dejan sus cacotas a lo largo de Oxford Street.