Con la prevención de no citar la palabra derecha por parte de una dirigente que se reivindica de «centro», la dirigente madrileña sostuvo que España, en caso de no acometer estos cambios, será una excepción en nuestro entorno, donde países como Italia han reformado recientemente su ley para dar al país mayor estabilidad política. El Gobierno de Matteo Renzi modificó hace un año su legislación para conceder el llamado premio de la mayoría (340 diputados, el 55% de los escaños totales ) a la lista que obtenga al menos el 40% de los votos. Si nadie alcanza este porcentaje de voto, se produciría una segunda vuelta entre las dos formaciones más votadas.
Junto al caso italiano, Cifuentes citó ayer la experiencia de la Francia de la V República con sistema de doble vuelta.
La propuesta de reforma del sistema electoral para facilitar la formación de Gobierno fue presentada por el PP en la Asamblea de la Comunidad de Madrid y rechazada con el voto del resto de partidos de la Cámara, PSOE, Ciudadanos y Podemos. Pese a ello, Cifuentes insistió ayer en la necesidad de abordar este tema en cuanto se supere el bloqueo institucional actual. «Estoy firmemente convencida de que España debe acometer un ambicioso proceso de reformas que, sin necesidad de afectar al núcleo constitucional, sí pueden y sí deben ser profundas, de gran calado», dijo.
Entre ellas, la presidenta madrileña citó la eliminación de los aforamientos, la limitación de mandatos en la presidencia y en las consejerías, las listas abiertas, la reducción del número de diputados, la dedicación exclusiva de los políticos y un régimen más exigente de incompatibilidades –todas contenidas en el Plan de Regeneración Democrática impulsado en la Asamblea regional– y que, aseguró, «están ya plenamente asumidas por la opinión pública». La pregunta que está en la calle, según Cifuentes, es «por qué los partidos están tardando tanto en hacerlo».
La apelación también se dirigía al PP. La dirigente madrileña volvió a mostrarse ayer como una voz diferente dentro de su partido. No sólo reivindicó el impulso de cambios institucionales y políticos, sino que también insistió en defender que la ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, no debe seguir en el Senado porque todo investigado por corrupción debe dimitir. «Cuando un cargo público es investigado por un asunto de corrupción es mejor que presente su renuncia», afirmó, para añadir a continuación que este es el compromiso adquirido por los cargos públicos en la Comunidad de Madrid. Es una medida, explicó, que se debe adoptar de forma voluntaria y sin que suponga «prejuzgar la presunción de inocencia».
No obstante, en su opinión en el caso de Barberá concurren otras razones para su marcha, ya que ella es senadora por designación autonómica. Su acta no la obtuvo en unas elecciones. «Nadie cuestiona», indicó, la situación de los parlamentarios a Cortes Generales por elección directa, pero no es lo mismo la situación de aquellos elegidos por un Parlamento autonómico. Según Cifuentes, se «abre un debate que desde el punto de vista jurídico es apasionante».
En la línea de defensa de la necesidad de reformas, la dirigente aseguró que hay cuestiones que se van acumulando «en el debe de nuestro sistema institucional». «No deberíamos engañarnos pensando que el país está simplemente bloqueado, en una especie de tablas que ya se resolverán. No. Mientras el tiempo corre, la situación se deteriora. Y si no acometemos todas estas reformas para relegitimar el sistema, otros lo echarán abajo».
Con mensajes muy claros hacia Podemos, Cifuentes manifestó que, mientras tanto, otros «quieren asaltar los cielos de las instituciones democráticas metiendo miedo o poniendo su mejor cara». Por ello, reiteró que de los partidos moderados depende que intenten «mantener la sintonía con la ciudadanía, ser los impulsores de ese proceso de cambios, antes de que otros se apoderen de él y lo perviertan para sus propios fines».
«Es necesario que hagamos un esfuerzo por superar nuestras diferencias y dejemos los cálculos tácticos de corto alcance», insistió. La presidenta madrileña, que recordó la reciente apelación al «diálogo» que el Rey hizo en la ONU.
A las reformas políticas Cifuentes añadió ayer otra de cariz puramente económico: la necesidad de un nuevo modelo de financiación autonómica. «Un sistema que penaliza con 1.000 millones de euros menos a Madrid, la región que, de largo, más aporta a la solidaridad interregional, es sencillamente absurdo e injusto», dijo. «No quiero –añadió– que nadie malinterprete esta reivindicación. Si queremos cambiar esta herencia envenenada del último Gobierno socialista es porque queremos seguir siendo solidarios, pero necesitamos los recursos necesarios para ser productivos, para nosotros y para los demás».
Preguntada posteriormente por la situación en Cataluña, la presidenta de la Comunidad de Madrid afirmó que «si lo que quiere es un sistema de conciertos como País Vasco o Navarra que lo diga abiertamente y se deje de eufemismos y el resto de comunidades daremos nuestra opinión». Los madrileños, advirtió, no van a ser los «paganos de las aventuras independentistas del resto».
Cifuentes se declaró ayer de nuevo partidaria de regular las primarias en el PP y de que el presidente sea elegido por las bases y no mediante compromisarios. El partido «tiene que abrir un poco más esos cauces de participación», defendió. Incluso abogó por «ir más allá». Dijo que su compromiso es que si es presidenta del PP de Madrid los candidatos se escogerán en primarias. No obstante, después se corrigió a sí misma y apuntó que aún no ha decidido si se presentará. Pese a este desliz, nadie en el partido alberga dudas de que será la nueva presidenta de los populares madrileños cuando se celebre el congreso regional. De hecho, esta circunstancia y las opciones de que revalide la Presidencia de la Comunidad Madrid son lo que disparan sus opciones de futuro en el PP y la sitúan en la carrera de la sucesión de Mariano Rajoy, junto a dirigentes como Alberto Núñez Feijóo. Al menos, en estas dos apuestas se centran las quinielas internas.