ABC 05/06/16
· Los radicales permanecieron en el edificio tapiado durante nueve horas hasta que los Mossos los detuvieron
El conflicto con los okupas de Barcelona desatado el pasado 23 de mayo tras el desalojo de una antigua sucursal bancaria del barrio de Gracia que habitaban desde hacía cinco años sumó ayer un capítulo bochornoso. Cinco de los radicales lograron entrar por la mañana en el inmueble, tapiado con planchas metálicas, y provocaron una larga intervención de los antidisturbios de los Mossos para poder entrar en la sucursal, «liberarlos» –dos de ellos estaban atados a bidones de cemento– y, finalmente, detenerlos, acusados de desórdenes públicos y usurpación. Todo ello jaleado desde la calle por centenares de sus correligionarios, que se deleitaron con la aparatosa y larga intervención policial entre gritos e insultos a las Fuerzas del Orden y a los periodistas.
Tras una semana sin repetirse los graves altercados que se sucedieron durante tres noches tras el desalojo, ayer solo estaba prevista una manifestación vespertina, la enésima, de los okupas del autodenominado Banco Expropiado.
Sin embargo, el hasta ahora gran «show» del conflicto comenzó a mediodía. A la impotencia de la alcaldesa, Ada Colau, para solucionar el problema, la investigación de Fiscalía del exalcalde Xavier Trias (CiU) por pagarles el alquiler a los okupas y las críticas a los Mossos por su supuesta contundencia, se les vino a sumar un ridículo que mancha a todos.
A media mañana, los okupas anunciaron en las redes sociales que habían podido volver a entrar en «su» banco, que desde el día del desalojo instado por un juez a petición de su dueño, una sociedad inmobiliaria, había sido tapiado con planchas metálicas. Los radicales presumieron de su gesta e incluso colgaron en la red un vídeo donde se veía a cinco de ellos, con las caras ocultas con camisetas y pañuelos, celebrando su triunfo dentro del local desalojado. Brindando con cava.
Enseguida, decenas de colegas se acercaron al lugar, junto a los Mossos y los periodistas. Aparentemente, la sucursal seguía cerrada, por lo que comenzó a especularse si se trataba de una broma de los okupas. Ahí arrancó el choteo en Twitter.
Ante la duda, que ellos también albergaban, a primera hora de la tarde los antidisturbios de Mossos abrieron un boquete con un radial y mazas en la pared lateral del inmueble. Finalmente, hallaron en el interior del local a cinco individuos –presumiblemente los del vídeo, tres hombres y dos mujeres– y procedieron a sacarlos. Con tres de ellos fue más fácil. Alrededor de las seis de la tarde salieron esposados y detenidos con los cargos de desorden público y usurpación. Para los otros dos, las dos mujeres, la tarea se alargó horas. Hasta las nueve de la noche. Porque estaban atrapadas en bidones llenos de cemento armado, embidonadas, una táctica habitual. Como la que utilizaron dos okupas del
mismo banco el día del desalojo. El espectáculo del despliegue policial recabó las sonrisas sardónicas de los okupas que acudieron a solidarizarse con sus compañeros encerrados. Y el malestar de los comerciantes y vecinos de la zona.
El mercado de la Albacería, situado frente al Banco Expropiado, y otros comercios tuvieron que bajar–un día más– sus persianas ante la amenaza de altercados. Y la calle del inmueble, la Travessera de Gràcia, fue cerrada al tráfico. «¡Fuera perroflautas, no sois del barrio!», les increpó un vecino. «Estamos hasta los huevos», se sinceraba el secretario de la asociación de comerciantes del mercado de la Albacería, Geroni Magrant, que desistía de atender a los periodistas al ser increpado por alguno al grito de «fascista».
Un butrón
Entre los representantes de los medios de comunicación, la pregunta principal era cómo habían podido entrar los okupas al banco tapiado, aunque solo es custodiado por Mossos cuando hay manifestaciones. «No podemos tener un retén de mossos las 24 horas el día para proteger una propiedad privada», se excusó días atrás el consejero catalán de Interior, Jordi Jané.
Fuentes policiales confirmaron el «modus operandi» de los antisistema. Durante la mañana de ayer, los radicales, ocultos tras un bidón de cemento que estratégicamente colocaron ante la fachada del local, pudieron hacer con una sierra radial una suerte de butrón, un agujero, en el tapiado metálico y se colaron en el interior del inmueble. El agujero fue de nuevo tapiado con una plancha metálica soldada tras la operación de desalojo.
Al cierre de esta edición, centenares de okupas seguían celebrando su victoria en la plaza de la Revolución, aledaña al edificio okupado, a la espera de una nocje que se presentaba larga e incierta.