—De modo que vas a manifestarte con Vox…

—Perdón, hablemos de aquellos con los que no me manifestaré: ningún separatista, nadie que crea en territorios y no en el Estado democrático, ningún partidario de la España vaciada de España y rellena de pueblos, con lo indigestos que son.

—Ya, pero entonces Vox…

—No, un momento. Yo me manifestaré a favor de la concordia.

—¿Ves? Pues nada de Vox…

—Querer concordia es querer fuera de la ley a los que siembran discordia, a los incordiantes, a los que no dialogan más que consigo mismos, es decir con los que les dan la razón. Defender la concordia es blindar a quienes no quieren nada fuera de lo constitucional… ni la concordia siquiera.

—Claro, pero Vox…

—No es obligatorio que los políticos sean simpáticos o estén en la onda, pero sí que defiendan la ciudadanía libre e igual de todos los españoles. En democracia hay derecho a la diversidad, pero no hay diversidad de derechos. No hay derechos territoriales, derechos de la gleba: ¡eso sí que es ultraderecha!

—Reconocerás que Vox…

—Pues no, no me gusta la moderación cuando consiste en no formar escándalo a favor de las libertades de todos y de la unidad de país en la que se fundan. He vivido rodeado de moderados en el franquismo, en el País Vasco separatista, entre moderados que no quieren buscarse líos con el nacionalismo catalán, etcétera… He llegado a la conclusión de que aborrezco a los moderados de las buenas causas porque de hecho fomentan las malas.

—Pero no me niegues que Vox…

—¿Sabes lo que niego? Que esto vaya solo del indulto a los independentistas. Lo que el Gobierno pretende es indultar al independentismo y quizá luego condenar al constitucionalismo por revanchista.

—Pues no sé si Vox…

—Luego hablamos. Ahora me voy a Colón.