EL MUNDO 30/11/14
· ERC denuncia que el presidente acuda a Cataluña «con amenazas y blandiendo la porra»
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, endureció ayer en Barcelona su discurso contra el proceso soberanista y las formaciones que sustentan el desafío le respondieron con la misma contundencia. Especialmente CiU, cuyos portavoces aprovecharon el viaje relámpago del jefe del Ejecutivo a Cataluña para acusarle de ir al choque directo y de carecer de respuestas para enfriar el actual enfrentamiento, y defendieron al tiempo la necesidad de avanzar en el proceso a través de las elecciones plebiscitarias.
El secretario general del comité de gobierno de Unió, Ramon Espadaler, abandonó ayer por momentos su papel de político comedido –cabe recordar que su formación rechaza la independencia– y lamentó que Rajoy optara en su discurso «por el frentismo» y por una postura que «no genera ningún tipo de solución para el desencuentro entre Cataluña y España».
El también conseller de Interior de la Generalitat aseguró que en su primera visita a Cataluña después de la votación del 9-N Rajoy se limitó a aumentar la distancia entre ambos territorios. Además, cree que con sus ataques a la consulta alternativa intentó «situar al margen de la legalidad a 2.300.000 personas de este país, que de una manera muy pacífica, democrática y sensata quisieron participar en el proceso participativo».
El democristiano aseguró tras un acto de partido en Tarragona que esperaban que «el presidente Rajoy viniera con algún tipo de propuesta bajo el brazo que la ciudadanía pudiera juzgar y, en definitiva, votar». Sin embargo, lo que dijo haber encontrado fue un discurso «profundamente decepcionante» y que, en el fondo, se limitó a ser «un acto de desagravio del PP hacia Alicia Sánchez-Camacho», después de que la líder de los populares catalanes lamentase internamente que el Gobierno permitiera la celebración del 9-N.
Espadaler utilizó también las 117 visitas a Cataluña que el mismo Rajoy aseguró haber hecho desde que es presidente del PP para describirlas como «117 oportunidades perdidas, porque lo que ha venido a hacer es un ejercicio más de frentismo». Además, recordó que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, invitó explícitamente a Rajoy a visitar el Palau durante su viaje a Cataluña. Sin embargo, cree que el jefe del Ejecutivo se limitó a realizar «una visita amparada dentro del espacio del PP». Según explicitó, «es legítimo, pero no es una visita en el sentido que muchos de los ciudadanos –tanto los que votan como los que no– habrían deseado» y dio por hecho que «Rajoy gobierna de espaldas a Cataluña: sólo negativas, negativas y más negativas».
Se sumaron a la misma ofensiva la vicepresidenta del Govern, Joana Ortega (Unió), y el coordinador general de Convergència, Josep Rull. La primera arremetió contra el líder del PP por haber convertido su esperada visita en un mero «mitin» en el que «sólo dejó descalificaciones» contra «un proceso ejemplar de democracia» como el 9-N.
El número dos de Convergència, por su parte, fue algo más lejos y asumió que Rajoy «ha renunciado definitivamente a ejercer de presidente del Gobierno español en Cataluña». Ante ese escenario, Rull cree que el mensaje de Rajoy es que «no hay ningún tipo de opción a votar en términos diferentes que en unas elecciones plebiscitarias», tal y como reclama Mas a través de su nueva hoja de ruta tras el 9-N.
El portavoz de ERC en el Congreso, Alfred Bosch, ironizó tras el discurso del presidente del Gobierno que «difícilmente» habrá «seducido» a algún catalán con lo que cree que fueron «amenazas, blandiendo como siempre la porra, la mano dura» y «sin ninguna concesión» hacia Cataluña.
El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, también coincidió en acusar a Rajoy de «despreciar a Cataluña» y de acudir al territorio «tarde y mal». El líder de los socialistas catalanes, firme defensor de la reforma constitucional como única salida al actual conflicto, sigue viendo pese a todo una vía para el «diálogo». Tras criticar el discurso de Rajoy y hacer lo mismo con la propuesta de hoja de ruta de Artur Mas – «una grandísima irresponsabilidad que sacrifica el futuro de los catalanes para salvar su futuro personal»– reclamó que se cree una comisión bilateral para que negocien ambos ejecutivos.