EL MUNDO 26/02/14
· El presidente insta a Artur Mas a plantear una reforma de la Constitución
No es una cuestión económica. Con esta tesis y el pretendido respaldo de las agencias internacionales, el portavoz de Convergència i Unió, Josep Antoni Duran Lleida, mantuvo ayer con Mariano Rajoy la conversación pública más larga que hasta la fecha se ha producido sobre el asunto catalán. Un tema que recorrió el Debate del estado de la Nación de manera transversal y que el presidente, de manera consciente, no rehuyó. Él mismo le dio una especial relevancia en su discurso y le otorgó «máxima importancia política» para volver a reiterar que el referéndum «no se puede celebrar» porque «no es legal» y para insistir en que «nadie unilateralmente puede privar al conjunto del pueblo español del derecho a decidir sobre su futuro».
Nada diferente de lo dicho en otros momentos salvo dos cosas. Una, el presidente manifestó ayer una predisposición al diálogo que, esta vez, pareció sincera. Rajoy sonó más cordial. Y dos, apuntó a la posibilidad de reformar la Constitución. «Recuerdo –dijo– que la Constitución puede ser reformada. De hecho lo ha sido en dos ocasione, tras el debate y el acuerdo de una amplísima mayoría parlamentaria. Todos cuantos pretendan su modificación pueden plantearla».
Un bosquejo de salida que en el inicio del debate pudo parecer una rendija, pero que fue perdiendo fuelle conforme avanzó la jornada. El presidente no estaba asumiendo personalmente una reforma de la Constitución para solucionar el encaje de Cataluña en España, únicamente instaba a Artur Mas a recorrer esta vía. Y como no lo estaba haciendo, pasó de puntillas por el asunto en su cara a cara con Alfredo Pérez Rubalcaba.
Ni contestó a sus acusaciones de «inacción» ni se sintió aludido cuando el líder de la oposición casi suplicó diálogo y le recordó los pactos de la Transición entre personas que venían de la clandestinidad y quienes procedían del régimen franquista. «¿No vamos a ser nosotros capaces de conseguirlo?», le espetó Rubalcaba.
No hubo respuesta. Rajoy se reservó ayer para Duran Lleida que, tras dedicar parte de su intervención a cuestiones económicas y sociales, entró de lleno en el asunto de Cataluña. El portavoz de CiU lo enfocó como un problema político, el «principal» que tiene España, y para reforzarlo se apoyó en los últimos informes de las agencias de calificación de rating que, dijo, han alertado de las consecuencias de la tensión con esta autonomía. «Hay que moverse– reclamó el dirigente catalán– porque si no acabaremos con una declaración unilateral de independencia que dejará a España amputada y a Cataluña aislada».
Duran Lleida acusó al presidente de «estimular el radicalismo» al no dar respuestas a Cataluña, le reclamó «dialogar sin líneas rojas» y le instó a poner fecha y hora a una reunión con Mas, tras asegurar Rajoy que su voluntad de diálogo es «máxima». «El presidente de la Generalitat sabe de mi predisposición», añadió el jefe del Ejecutivo, aunque más tarde pondría límite a este interés: «No es posible negociar de lo que uno no dispone». «Se trata de decisiones que corresponden al pueblo español, no es una mera cuestión de legalidad», insistía. La portavoz de UPyD, Rosa Díez, alabaría después que en este tema Rajoy planteara por primera vez un debate político y no jurídico.
El presidente sorprendió demandando respuestas a CiU. «¿Qué debería haber hecho cuando en septiembre de 2012 [en su entrevista con Mas] se me exigió un pacto fiscal y, si no, que me atuviera a las consecuencias?», preguntó. O, prosiguió, cuando «me enteré por los periódicos» de la fecha y las preguntas de la consulta. «Yo he querido hablar y dialogar, pero lo que se me ha puesto encima de la mesa es un contrato de adhesión que, como presidente del Gobierno, no puedo aceptar», manifestó.
Duran respondió que «si yo fuera usted pensaría que debemos seguir dialogando» y le conminó a reflexionar sobre la representación que el PP tiene en Cataluña. A Rajoy esta mención no le hizo ninguna gracia. Los tiradores de esgrima acababan de tocarse el cuerpo. El líder de CiU volvía al ataque culpando al PP de la situación actual: «El origen del problema no es la consulta, sino la sentencia al Constitucional. Ustedes la presentaron para debilitar a Zapatero». Ahora, exigió, ofrezca una alternativa.