El Correo 27/11/12
Artur Mas se muestra abierto a pactar tanto un Ejecutivo de coalición como un apoyo externo «estable o muy claro», del que excluye al PP
Los resultados de las elecciones catalanas y el varapalo sufrido por CiU no cierran la puerta a una consulta sobre el derecho a decidir. Todo lo contrario. El presidente en funciones de la Generalitat y líder de Convergencia, Artur Mas, anunció ayer que, desde hoy mismo, abrirá negociaciones con ERC y PSC –segunda y tercera fuerza en el Parlament, respectivamente– para pactar un gobierno de coalición. Unas conversaciones en las que, dijo, aparecerá en lugar destacado la necesidad de impulsar un plebiscito soberanista durante la legislatura que comienza ahora.
Mas aseguró a última hora de la tarde de ayer, después de analizar los comicios con la dirección del partido, que «en ningún momento» va a desaparecer de su ideario la apuesta por una consulta sobre el derecho a decidir. Reivindicación que, además, constituirá uno de los ejes de las conversaciones para formar gobierno, según recalcó. El líder convergente, acompañado ante los periodistas por Josep Antoni Duran Lleida, reconoció que su objetivo es configurar un Ejecutivo de coalición, o bien otro solo liderado por CiU pero con un apoyo «estable o muy claro» que le permita gestionar «el día a día».
En la quiniela, según las palabras del propio president en funciones, sólo entran ERC o PSC. El Partido Popular queda descartado como acompañante de la legislatura. Los populares podrían asumir muchos de los recortes económicos que se presupone deberá afrontar la Generalitat, aunque la campaña ha dejado muchas heridas entre ambas formaciones.
La vida se le ha complicado sobremanera a Artur Mas. El desafío que quiso lanzar al Gobierno central con la convocatoria de unas elecciones anticipadas le ha salido mal y ahora se le acumulan los problemas. El más inmediato es salir del atolladero en el que se ha metido para encontrar socios que le garanticen la gobernabilidad, porque la geometría variable ya no es posible, según el presidente catalán en funciones.
Su opción más viable es pactar con ERC. La formación republicana fue una de las triunfadoras de los comicios, se siente reforzada (dobló el resultado de hace dos años) y será muy exigente con CiU, que reconoce de entrada que el batacazo del domingo le deja «en manos» de los independentistas.
Horas después de que cerraran las urnas, Esquerra hizo saber que su apoyo pasaría por que Mas defina de forma clara su agenda nacional y rectifique su política económica. Casi nada.
Los republicanos, que pueden arrastrar a CiU a la radicalidad de la que siempre ha huido, le piden un guión, con fechas concretas sobre el referendo de autodeterminación, que a día de hoy los nacionalistas evitan dar. Numéricamente y sobre el papel, habría mayoría en el Parlament para dar ese paso, ya que entre la federación nacionalista, ERC, ICV y las CUP, las cuatro formaciones que están a favor de la convocatoria del referéndum, suman 87 diputados, de 135, el 64% de los escaños. Pero Mas se encuentra ahora sin crédito político para liderar ese proceso. Adelantó las elecciones convencido de poder obtener una mayoría absoluta que le armara de fuerza y no lo logró. Y, además, el peso de los independentistas en la nueva cámara no es mayor al de la anterior, sólo un diputado más.
Cuestiones identitarias al margen, ERC exige a CiU que rompa sus acuerdos de Gobierno con el PP en la Diputación de Barcelona y en los 40 municipios catalanes donde gobiernan juntos. Y, en materia económica, reclama la retirada del euro por receta, la recuperación del impuesto de sucesiones, que baje el IRPF y que Mas se comprometa a no aplicar nuevos recortes.
Las condiciones son muy duras para una CiU que ha sudado la gota gorda durante los últimos dos años en un intento de cuadrar las cuentas de la administración. La situación financiera de la Generalitat es de dependencia absoluta del fondo de liquidez autonómico, que ha inyectado a las arcas catalanas 5.300 millones hasta final de año como única tabla de salvación. El Ministerio de Hacienda ya ha confirmado que habrá una segunda línea de financiación para 2013 y la Generalitat, con toda probabilidad, tendrá que volver a acudir al rescate.
Nuevo tijeretazo
Su penuria financiera le limita el margen de negociación con el Gobierno central, que volverá a ser muy exigente en el cumplimiento del déficit. La intervención de las cuentas amenaza a quien no cumpla con los compromisos financieros, por lo que aprobar la enésima oleada de ajustes estará entre las primeras decisiones del nuevo Govern. Se habla de un nuevo tijeretazo de 3.000 millones, 1.600 de ellos en Sanidad, que ERC no puede transigir, pero que CiU cree que tendrá que asumir porque «la realidad es la que es, muy dura y las limitaciones presupuestarias no son por capricho», según dijo ayer Mas.
Si la entente con ERC no fructifica, CiU piensa también en el PSC como socio externo, aunque los socialistas dejaron claro que tienen muy poco margen para apoyar a Mas. Eso sí, escucharán al president en funciones antes de decidir el voto en la investidura. Con el PSC podría encontrar algo más de comprensión sobre la realidad económica que con ERC. Pero el proyecto soberanista choca con los planteamientos de los socialistas, que podrían aprovechar para ‘colar’ su modelo de consulta –«legal y acordada» con el Estado, lo que ralentizaría el proceso–.