La eurodiputada de Ciudadanos se muestra descontenta con la marcha de su partido, de cuya Ejecutiva dimitió el pasado mes de octubre, y pide un giro de 180 grados. Considera quelo dirigen las corrientes más rancias y que se han aflojado las críticas contra los nacionalismos.
Pregunta.– ¿Piensa presentarse contra a Albert Rivera para liderar Ciudadanos?
Respuesta.–Creo que el problema que tiene Ciudadanos no se resuelve cambiando a Albert Rivera por Carolina Punset o por fulanito, se resuelve modificando el rumbo 180 grados. Desde el punto de vista personal, presentarme contra Rivera es lo último que estoy pensando ahora. Presentarme no es la solución a los problemas de Ciudadanos. Ahora bien, hay tiempo todavía para pensarlo y si eso pudiera contribuir a un cambio de modelo se podría reflexionar.
P.– ¿Qué ha cambiado en Ciudadanos que ha provocado su desencanto con el partido?
R.– El problema es que hemos cambiado las ideas y los valores por una sucesión de eslóganes, frases huecas y marketing político. Condicionamos nuestras ideas a lo políticamente correcto. El discurso del partido está pensado por empresas y directores de comunicación para no perder votos.
P.– Usted señalaba en su escrito de dimisión que Ciudadanos debía recuperar sus valores laicos y progresistas. ¿Los ha perdido?
R.– En aras de la transversalidad, en la expansión de la marca, se han incorporado los despojos que representan a las corrientes más rancias de otros partidos que, además, han sido situados a dedo. El partido favorece que este tipo de personajes se instalen en la formación.
P.– Es muy crítica con la manera de dirigir de la cúpula.
R.– Pretende controlar todas las declaraciones y movimientos. A mí, como portavoz parlamentaria [en las Cortes de la Comunidad Valenciana], me prohibieron reunirme con concejales de mi partido. Cuando alguien va a hablar contigo, a los cinco minutos le llaman para preguntarle qué quería o, directamente, para echarle la bronca. Además, a la hora de elegir determinados cargos se hacen votaciones electrónicas sin ningún tipo de garantías.
P.– ¿Ha aflojado Ciudadanos su discurso contra los nacionalismos?
R.– Existen estudios de empresas que aconsejan a C’s no herir la sensibilidad de los nacionalismos moderados. Cuando hice campaña en el País Vasco nos aleccionaron con argumentarios para no dañar ciertos sentimientos. A los dos meses dimití. Ciudadanos no puede suavizar su discurso contra el nacionalismo ni contra el regionalismo.
P.– ¿Se ha equivocado el partido con su apoyo a Mariano Rajoy?
R.– El error ha sido la estrategia política errática. Parecemos un partido poco coherente, incluso veleta. Pasamos del veto a Rajoy a tirarnos a la piscina con él. Ahora ya ni criticamos al PP.
P.– ¿Peca Ciudadanos de personalismos? ¿Como Rosa Díez en UPyD?
R.– Tanto Rosa Díez como Albert Rivera son personas que se han ganado su liderazgo a pulso, personas tremendamente inteligentes, dotadas, con capacidad de liderazgo, con talento. En el caso de Ciudadanos no discuto que Rivera lidere, que deba tener una preponderancia sobre el resto del equipo. Pero es una pena que no se deje sobresalir a personas que le pueden acompañar. Que engrandecerían la figura de Albert porque darían la imagen de que existe un equipo.
P.– Ante este panorama en Ciudadanos, que para usted es tan desalentador, ¿qué propone?
R.– Una alternativa para empezar a cambiar las cosas sería que hubiera juego limpio en el congreso del partido y que nos dieran oportunidad a los afiliados de base para elegir a los representantes orgánicos a nivel territorial. Creo que lo que es bueno para elegir a nuestro presidente es bueno para elegir al resto de cargos orgánicos. Si esa corriente surge, yo estaría acompañando –no quiere decir liderando– a los que estuvieran dispuestos a presentarse en el congreso como alternativa.
P.– Y entre ese cambio, ¿habría que reemplazar a Albert Rivera?
R.– Creo que la casa no se puede empezar por el tejado, que no sirve para nada cambiar un presidente por otro. Porque creo que Albert es un buen presidente para Ciudadanos. La que está equivocada es la dirección política del partido.
P.– Entonces, ¿lo malo es el organigrama directivo?
R.– Si cambian los sistemas de elección se abriría una ventana de aire fresco para que entrara savia nueva y personas más interesantes. Evitaríamos recoger lo que otros partidos no quieren, lo rancio y corrupto de otros partidos, con lo que no tenemos nada que ver.