Ciudadanos, mano de santo

EL CORREO 01/04/15
ALBERTO AYALA

· El ‘establishment’ respira otra vez. El partido de Albert Rivera parece capaz de cumplir el objetivo

El PP alavés teme que los votos que capten los de Rivera en la capital vasca le cuesten el sillón de regidor de Maroto

El ‘establishment’, los principales centros de poder político y económico de España, respiran estos días bastante más aliviados. El experimento Ciudadanos, la expansión a todo el país de la marca surgida en Cataluña liderada por Albert Rivera, parece ir viento en popa. Y lo más importante: encuentra eco en el electorado de centro, como se vio hace solo diez días en Andalucía.

Han pasado apenas diez meses de las europeas de mayo de 2014. Aquel resultado hizo saltar importantes alarmas: el bipartidismo hacía aguas. Era previsible que el PP sufriera un cierto voto de castigo de una población empobrecida por los recortes y las medidas anticrisis del Gabinete Rajoy. Pero, a diferencia de lo que venía ocurriendo, el beneficiario ya no era esta vez el ‘otro’ partido del turno, el PSOE.

No solo. UPyD, la ‘tercera vía’ regeneracionista alumbrada hace siete años por Rosa Díez con los parabienes de los círculos de poder de Madrid, que aguardaba el momento de dar el gran salto, pinchaba llegada la hora de la verdad. Quien irrumpía con una fuerza del todo inesperada era Podemos, formación auspiciada por un grupo de profesores universitarios ligados a la izquierda anticapitalista, que se había percatado de que las protestas del 15-M podían traducirse en poder político.

El modelo surgido de la Transición quedaba en el aire. Podemos comenzaba a soñar con desplazar a la ‘casta’ del poder y acceder a La Moncloa. Los más inquietos –incluidos el expresidente Felipe González y algún que otro banquero– no dudaron en empezar a deslizar la idea de una gran coalición PP-PSOE como solución de emergencia al desgaste del bipartidismo, al estilo alemán.

De aquellos nervios partió la operación Ciudadanos. Se trataba de expandir la sigla creada contra el soberanismo en Cataluña a toda España. Dentro y fuera de UPyD se alzaron notables voces que reclamaron a Rosa Díez que aceptara dar un paso atrás y se embarcara en una operación de fusión-desaparición con Albert Rivera en aras al interés general. En vano.

Reválida superada
Las elecciones al Parlamento de Andalucía eran la primera prueba con fuego real. Sin apenas estructura humana en la comunidad, pero con fortísimos apoyos mediáticos en toda España. Con el respaldo de notables personalidades de la vida pública –como los autores de su programa económico para las generales, el catedrático liberal Luis Garicano y el expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores Manuel Compthe– y suficiente apoyo de los bancos, Ciudadanos pasó la reválida del 22-M con nota. Recogió casi 400.000 votos, apenas cien mil menos de los que logró en las europeas en toda España.

Muchos cuadros del PP siguen despreciando a la formación de Rivera en un suma y sigue de desaciertos, como denominarles Ciutadans, en catalán, o proclamar que Andalucía no puede depender de alguien nacido en Barcelona y que se llama Albert. Rosa Díez, por su parte, ha decidido encerrarse en su castillo, tirar la llave y esperar un probable naufragio antes que ir a una convergencia con Rivera.

Pero todo apunta que Andalucía bendijo que Ciudadanos se convierta en el partido bisagra que necesitarán PP o PSOE tras las generales. Algo similar al papel que jugaron durante décadas los liberales del FDP en Alemania o al que aún desempeñan los liberales demócratas de Nick Clegg en el Reino Unido.

Pactos sin los riesgos que implica la incógnita Podemos. O tener que recurrir a un nacionalismo catalán que ha unido su futuro inmediato a la bandera de la secesión. O a un PNV que espera que la debilidad del Estado le permita avanzar hacia un nuevo estatus político para Euskadi basado, como el Concierto, en la bilateralidad.

Las elecciones locales y autonómicas (en trece comunidades) de mayo serán la prueba del nueve. El momento de confirmar que el suflé Ciudadanos está listo para degustar, que no se viene abajo.

El particular poliedro político vasco puede limitar el fenómeno en Euskadi. Que sea así con carácter general no implica su eventual trascendencia en determinadas instituciones. El PP alavés vive horas de tensión por temor a que un poco de Ciudadanos sea mucho para el controvertido alcalde de Vitoria, el conservador Javier Maroto. Que los votos que capten los de Rivera en la capital vasca le cuesten el sillón de regidor que las encuestas pronostican se decidirá en la foto finish.