Jesús Cacho-Vozpópuli
«Siempre ocurre lo mismo cuando nos acercamos a una cita electoral. Los grandes grupos de comunicación se ponen firmes y al toque de silbato se alinean con PP o con PSOE, prietas las filas, sin la menor concesión al contrario, y ya no hay nada que hacer hasta después de las urnas. Hostia va y hostia viene sobre Ciudadanos. ¿Por qué? Porque no disponemos de medios afines, no tenemos «guita» que repartir, no controlamos a ese ejército de opinadores, muchos de los cuales viven de PP o PSOE directa o indirectamente. Es algo que hemos sufrido desde el nacimiento de C’s y que nos preocupa relativamente, porque la influencia de los medios es hoy la que es. Pero eso es lo que pasa, que somos el único partido de Gobierno que no tiene medios de comunicación a su servicio, que no controla a los medios. Y a lo mejor hay que concluir que es imposible llegar a gobernar renunciando a esa relación perversa, dicho lo cual hay que recordar que nosotros nacimos como un proyecto de regeneración de la política española y de sus instituciones, y eso excluye el tradicional mercadeo con los «media». Nunca vamos a jugar a esa dependencia, lo cual implica salir a la lucha electoral en desventaja frente a partidos como los citados».
Sobre el tejado de Ciudadanos caen chuzos de punta. La apuesta de la dirección por Silvia Clemente en Castilla y León ha terminado como el rosario de la aurora, después de unas primarias perdidas por la paracaidista del PP y ganadas por el hasta entonces candidato del partido en la región, Francisco Egea. Hasta aquí todo normal, más o menos, porque es sabido que unas primarias las carga el diablo y que se pueden ganar pero también perder. El escándalo surgió al conocerse que alguien había intentado manipular esa elección para propiciar la victoria de Clemente. Fue la movilización del propio Egea la que permitió descubrir el fraude. El caso ha hecho correr ríos de tinta esta semana en todos los medios del país, que se han ocupado en señalar los aspectos groseros del intento de fraude, ignorando en gran medida la otra cara de la historia, la parte edificante, la que demuestra que el partido ha sido capaz de corregir el desaguisado por sus propios mecanismos, poniendo en la calle al culpable del pucherazo y proclamando vencedor de esas primarias a Egea.
Guerras internas, zancadillas entre conmilitones y mensajes ambiguos, cuando no abiertamente contradictorios, caen sobre una parroquia electoral confundida
¿Qué sentido tenía montar semejante quilombo en Castilla y León cuando C’s disponía –dispone- allí de un gran candidato con Egea? Misterio. ¿Qué sentido tiene que, tras la reunión de la Ejecutiva donde se aprobó el acuerdo con UPN para intentar, con el concurso del PP, recuperar para la derecha el Gobierno de Navarra, todo un encaje de bolillos en torno al espinoso asunto del régimen foral, un peso pesado como Luis Garicano saliera diciendo a micrófono abierto que C’s eliminará el concierto navarro en una futura reforma de la Constitución, poniendo al borde de la ruptura el laborioso pacto alcanzado? Guerras internas, zancadillas entre conmilitones y mensajes ambiguos, cuando no abiertamente contradictorios, que caen sobre una parroquia electoral confundida, ya de por sí desnortada por los equilibrios ideológicos de una formación instalada en el marco discursivo del liberalismo pero que, topada por la aparición de Vox en su flanco derecho, intenta pescar votos en ese centro izquierda patrimonio tradicional del PSOE.
Mensajes y mensajeros
Ocurre lo mismo con el tema del aborto, un viejo dilema moral que el propio Casado volvió a poner sobre la mesa semanas atrás al manifestarse partidario de derogar la actual ley de plazos, de 2010, para volver a la de supuestos, de 1985. Aunque muy recientemente ha puesto sordina a esa propuesta, el mal ya estaba hecho. Mensajes contradictorios que sin duda vienen provocados por la multiplicidad de «mensajeros», con un Javier Maroto al frente de la campaña electoral del partido y un Fernández-Lasquetty que se ocupa de la campaña del candidato Casado. Problemas también de un liderazgo recién estrenado que, como todo el mundo sabe, está por consolidar, con un Feijóo que sigue alerta, retranqueado en su Galicia natal, en espera de que Casado se estrelle en unas generales a vida o muerte que podrían poner muy difícil su continuidad si el PP quedara por debajo o muy por debajo de los 100 escaños, víctima de ese ciclón que avanza incontenible entre la España cabreada y que se llama Vox.
De las contradicciones de PP y C’s saca tajada el sanchismo y la eficaz maquinaria mediática que labura en su favor. Ahí hay talento. Talento para explotar las miserias de una derecha a contrapié, siempre dispuesta a enredarse en su propio fuego fatuo, que parece no haber terminado de entender la naturaleza de lo que ahora mismo está en juego. El gran invento urdido por la pareja Mariano-Soraya, el intento de hundir al PSOE creando de la nada un enemigo capaz de robarle la mitad de su electorado por la izquierda, pongamos que hablo de Podemos, está ahora mismo siendo utilizado por el PSOE de Sánchez contra el PP, con las mismas técnicas que utilizó el PP y los mismos sacerdotes oficiando en el altar de Atresmedia y la Sexta. A través de sus altavoces mediáticos, el sanchismo martillea diariamente las posiciones de la derecha ahondando en la brecha abierta por la aparición de Vox, asustando con Vox y tratando con ello de movilizar el voto radical.
Pretendiendo sacar a C’s de la carretera, Sánchez, la versión 4.0 del zapaterismo, ha dividido España en dos partes casi idénticas, las ha enfrentado como no lo estaban desde los tiempos de la Guerra Civil, y ha decidido jugarse su suerte personal a ese choque de trenes. Una visión rancia y casposa de España, que no pasaría de ser una anécdota de no ser porque esa media España suya, la España «roja», por aludir al viejo cliché, es imposible de llenar sin el concurso de la izquierda comunista y separatista. Y en esa España partida en dos por el abismo del odio sobra Ciudadanos, un partido que nació con un claro mensaje regenerador, superador de aquella ancestral división tan querida por nuestros demonios familiares históricos. Hay pues que echar a C’s a la cuneta, porque representa la orilla en la que podría recalar al menos una parte del voto del viejo socialismo democrático desencantado con este peligroso arribista, y porque es el partido bisagra, la argamasa capaz de unir solidariamente a esas dos Españas que este desalmado pretende hundir en el pozo del rencor.
La comisaria Mateo y ‘Telepesoe’
No es hora de enfrascarse en declaraciones disparatadas ni en ocurrencias más o menos pintorescas. Es el momento de recordar diariamente lo que nos jugamos el 28-A. Es la necesidad de preguntar en cada mitin a Sánchez con quién piensa aliarse para volver a ser presidente si, los Dioses no lo quieran, resultara ganador en ese envite. Es hora ya de olvidarse de C’s y de Vox, Pablo, porque ellos no son tu enemigo: lo es el señor que está dispuesto a volver a gobernar con comunistas y separatistas para seguir en el machito. ¿Que C’s podría llegar a formar coalición con el PSOE de Sánchez? Sería el clavo ardiendo al que tendríamos que aferrarnos si, llegado el caso, resultara imprescindible impedir que el bergante dejara este país como un solar. Ese, en todo caso, es un futurible que no debería entrar ahora en la ecuación. Al final, se trata de saber si a partir del 28-A las tres derechas van a ser capaces de sumar para poder formar Gobierno. Esa es la clave. No hay otra. Todo lo demás es superfluo. Que no te confundan, Pablo: capacidad para gestionar la Economía, voluntad de defender las libertades, y compromiso rotundo con la unidad de España. Esa es tu campaña. No permitas que te enreden con libros de caballerías. ¿Es tan difícil de entender?