Ciudadanos S.A.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 05/02/17

José María Carrascal
José María Carrascal

· Desde los tiempos en que se definía como socialdemócrata, Albert Rivera ha vuelto a demostrar su olfato al definirse ahora como liberal progresista.

El problema de Ciudadanos es que quiere estar en todas partes, con lo que arriesga no estar en ninguna. Pero eso lo lleva consigo, al ser un partido pequeño y haber nacido después de los clásicos. Su núcleo original, algo así como su ADN, fue el de aquellos catalanes que se sentían españoles, postura elegante y noble en una Cataluña donde los nacionalistas intentaban estigmatizar todo lo que a España se refiriese.

Los coqueteos de Aznar con Pujol, su sacrificio de Vidal Quadras y la venta de la españolidad por media docena de escaños hicieron retroceder al Partido Popular en el Principado a niveles de los que aún no se ha recuperado y convertir a Ciudadanos en referencia y único dique ante el arrollador avance nacionalista, ya que el PSC también capituló, con menos honra incluso, pues había sido partido hegemónico en Cataluña.

Ciudadanos dio entonces el salto a la escena nacional y, si bien su despliegue no llegó a tener la espectacularidad del de Podemos, montado en la indignación provocada por la crisis y la corrupción de los dos grandes partidos, consiguió plantar lanzas en importantes ciudades y comunidades, pactando indistintamente con el PP y PSOE, tras haber obtenido de unos y otros concesiones en la línea de un electorado de centro-derecha o izquierda que quería algo nuevo, aunque no tan nuevo como para hacer tabla rasa de todo lo anterior, como buscaba Podemos. En ese sentido, Ciudadanos aparece como el centro químicamente puro, posición inestable donde las haya, expuesta a todos los vaivenes de la política, que nunca se está quieta.

Es como hemos visto a Rivera pasar del pacto con el PSOE al pacto con el PP, del «no» a este a su abstención y de la abstención al apoyo, propiciando el Gobierno de Rajoy. Era su sino, por no decir su destino, a medida que las luchas internas en la izquierda se agudizaban y Podemos perdía aquel arreón inicial que parecía predestinarle, por lo menos, a sobrepasar al PSOE. Hoy, con no saltar en pedazos, puede darse con un canto en los dientes.

Ciudadanos, por lo menos, salva los muebles. Aunque acaba 2016 con menos afiliados y menos donaciones que en 2015, afronta su IV Asamblea Nacional como un partido sin las grietas de todos los demás excepto el Partido Popular, un liderazgo consolidado y un proyecto acorde con los tiempos que corren.

Desde los tiempos en que se definía como socialdemócrata, Albert Rivera ha vuelto a demostrar su olfato al definirse ahora como liberal progresista. Y es que la socialdemocracia está a la baja, por no hablar ya del socialismo, en franca crisis. Su único problema es que el PP ya ha copado todo el espectro liberal, tanto en el terreno político como en el económico. Y eso le vendrá de perlas cuando se decida a gobernar con Rajoy. Si no se le adelanta el Partido Socialista.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 05/02/17