Ciudadanos ya tiene sexo

JORGE BUSTOS – EL MUNDO – 05/02/17

Jorge Bustos
Jorge Bustos

· Los partidos nacen, crecen, se reproducen y gobiernan o mueren. Pero para reproducirse necesitan unos genitales desarrollados, es decir, unas ideas reconocibles. Ciudadanos era un partido joven que corría el riesgo de alcanzar la edad de merecer sin que los pretendientes lo hubieran sexado todavía. ¿Es de izquierdas o de derechas? ¿Prioritariamente catalán o ya netamente español?

Desde que comenzara a expandirse, los analistas se han divertido levantándole la falda o bajándole los pantalones con curiosidad. Dudaban del sexo de la criatura, porque un partido de centro es un exotismo tan desconcertante en España como un negro albino en el Congo. Por eso, Albert Rivera afrontaba la cuarta Asamblea General del partido que preside desde 2006 con el objetivo declarado de «definir los atributos del centro político en España». Y los ha definido. No es niño, ni niña. Es liberal progresista.

Y esa era la denominación pretendida por Rivera y su Ejecutiva –que venían de arrasar en las primarias–, aunque la impuso no sin resistencia. Si es verdad que el partido goza de una lujosa cohesión bajo un sólido liderazgo, sobre todo si lo comparamos con las fuerzas situadas a su izquierda, no lo es menos que la eliminación de la referencia explícita a los orígenes catalanes y socialdemócratas que fue contestada por el medio centenar de noes del sector crítico que lideraban Jordi Cañas y Sergio Sanz, venidos de Cataluña para reivindicar el caladero proletario de su voto autonómico. De modo que el debate más vivo de la jornada giró en torno a dos ejes: el ideológico y el territorial.

El dilema estratégico es claro: retener la identidad catalana en el cinturón rojo (hoy naranja) de Barcelona o proyectarse como fuerza nacional de Gobierno con un ideario liberal, ayuno de representación desde la muerte del aznarismo. Resulta difícil unificar el discurso de un partido al que votan obreros en Cataluña y pijos en Madrid, por usar el trazo grueso. El oficialismo lo tiene claro: «No somos conservadores, ni somos socialistas. Tenemos una oportunidad de oro para ensanchar la base electoral arrebatando banderas progresistas al socialismo –la simpatía LGTBI, por ejemplo–, pero rechazando sus recetas económicas, como el intervencionismo y las subidas de impuestos», defendió una voz autorizada en el cónclave.

Aunque dirigentes como Juan Marín e Ignacio Aguado –«la socialdemocracia es una etiqueta del pasado»– trataron de quitar hierro al debate ideológico, otros como Juan Carlos Girauta son bien conscientes de lo que arriesgan, pero apuestan por impulsar el crecimiento del centro en España y del marco liberal en Europa. «Yo comparto la necesidad de una adaptación pero, si todas las ponencias de la dirección salen adelante, de aquí saldrá un partido diferente al que yo me afilié», razonaba un compromisario catalán.

Los resultados de las votaciones concedieron poco oxígeno a matices transaccionales, aunque la discrepancia cursó siempre con cordialidad. Tanta, de hecho, que no pocos reporteros lamentaron que se les hubiera encomendado la cobertura del calmo congreso de Ciudadanos en lugar del de Podemos, que promete el incomparable entretenimiento del piolet.

En cuanto al sector crítico, hay quien piensa que en realidad sólo demanda más cariño de la directiva: respeto por los años de dura militancia en territorio hostil. Otros advierten de que la aceleración del procés y la posibilidad de una convocatoria electoral en Cataluña recomiendan no hacer mudanza justo ahora. Pero el hecho es que Ciudadanos quedó ayer refundado y Ciutadans enterrado para siempre. De las dos almas primigenias, socialdemócrata y liberal, ambas españolas, sólo ha quedado la segunda.

El tiempo dirá si el cálculo de Rivera –que los españoles voten por políticas y no por ideologías– acaba resultando demasiado optimista en un país tan amigo de las emociones calientes y el pensamiento binario. Haber pasado de 11 concejales a 1.527 en cinco años constituye un éxito inobjetable. Pero anunciar resueltamente, como ayer hizo don Albert, que lo próximo es gobernar España en 2020, se antoja un alarde donjuanesco. Mucho hay que reproducirse para eso.

JORGE BUSTOS – EL MUNDO – 05/02/17