Ignacio Camacho-ABC

  • Los Presupuestos del Estado están en manos de un tipo al que no le importan los Presupuestos ni mucho menos el Estado

Pues resulta que sí importaban los Presupuestos. Mucho. Cómo no van a importar. Incluso un jugador de ventaja –eufemismo– como Sánchez es consciente de que un Gobierno no puede durar mucho sin ellos. Aunque tenga dinero, como dicen los ministros refiriéndose a unos fondos europeos que no son capaces de gestionar de un modo aceptablemente satisfactorio en términos de creación de riqueza y empleo. Pero no se trata de eso sino de que sin mayoría parlamentaria es imposible sostener en el tiempo un mandato ya de por sí bastante precario dada la dudosa lealtad de los aliados. La historieta de los fondos es un mero argumentario preventivo ante la seria amenaza de fracaso. Sin cuentas, la legislatura quedará a expensas de que las encuestas señalen el momento más adecuado, o menos desfavorable, para pulsar el botón del adelanto.

Así que toca negociar con Puigdemont, implorarle ayuda, prometerle prebendas a medida, regresar cuantas veces sea preciso a Suiza, a Bélgica, a donde él diga. El prófugo no sólo está cabreado por el atasco de la amnistía, que al fin y al cabo se debe a su propia falta de pericia legislativa porque le dejaron redactar la ley y fueron sus abogados quienes dejaron en ella las rendijas por las que se ha colado la justicia. Hay algo que le escuece más, y es el pacto entre los socialistas y Esquerra para la investidura de Illa. Esa faena se la va a cobrar poniendo al Ejecutivo de rodillas y administrándole a cuentagotas el oxígeno político que necesita.

La senda de déficit ya no es intocable. No hay otra senda que la que Junts marque, llena de curvas, peraltes… y peajes. María Jesús Montero tendrá que rehacer sus números y virar otra vez el arrogante discurso con que venía defiendo las bondades de sus cálculos fiscales. El Ejecutivo «se abre» –habría que preguntar de qué partes– a desclasificar informes del CNI, cuya relación con las partidas presupuestarias constituye un arcano indescifrable salvo para los independentistas catalanes. Y lo que haga falta. Sí, Carles. Lo que tú mandes, Carles. Cómo no, Carles. ‘Puchi’ vuelve ser el ‘honorable president’ en el exilio y Waterloo, la capital del progresismo rampante.

Y aun así el desenlace no está claro. El sanchismo ha evitado de momento la derrota por el método del reloj parado. Si llega el acuerdo saldrá muy caro (a los ciudadanos) pero el presidente podrá mal que bien atornillarse al poder otro par de años, y si al final no hay fumata blanca tendrá que echar mano otra vez del relato de que no pasa nada dramático mientras busca el modo de convocar elecciones sin exponerse demasiado a un descalabro. En cualquier caso el chantaje seguirá mucho más allá de la votación del techo de gasto. Es el problema natural de dejar los Presupuestos y la gobernabilidad del Estado a merced de un tipo al que no le importan los Presupuestos, ni la gobernabilidad, ni mucho menos el Estado.