La ilusión popular solo duró una legislatura. En 2015 Cospedal volvió a ganar, esta vez por dos escaños a Emiliano García Page, pero hizo aparición Podemos, que sacó tres y dio la mayoría al PSOE. El socialismo se comió a Podemos en una legislatura y en mayo de 2019 se hizo con una mayoría absoluta de 19 escaños, frente a los 14 que sumaron el PP y Ciudadanos.
Claro que a punto de vencer la legislatura, García-Page tiene un problema que se llama Pedro Sánchez y el campo de minas que el presidente va sembrando con su acreditada falta de prejuicios (y de juicio) en el terreno legislativo. Y la ventaja del PSOE amenaza con hacer aguas según apunta el sondeo de Sigma-2. Los ciudadanos de Castilla-La Mancha son gente muy cabal y poco dada a las fantasías que acostumbra el presidente del Gobierno para satisfacer a sus socios golpistas y batasunos, abaratándoles el delito de sedición. Abaratar el Código Penal es una especialidad de Sánchez, ahí está sin acabar de remitir, el lío que se ha creado con el acortamiento de las penas para los condenados por abusos sexuales gracias a esa filigrana jurídica que es la Ley Sisí. La ministra Montero tiene las luces que tiene, pero el responsable principal es Pedro Sánchez y Unidas-Podemos ya no tiene escaños que perder y el único que puede pagar esas misas es el Partido Socialista.
Ciudadanos pierde sus cuatro representantes, pero Vox irrumpe en las Cortes de Castilla-La Mancha con dos escaños, justo los que necesita el PP, que apunta 14/15 para igualar los 16/17 que le augura la encuesta al PSOE. La cosa está en el filo de la navaja o en el canto de un euro, pero plantea una cuestión de interés que debería motivar una reflexión al partido de la oposición. O dos si son pequeñas. La primera es que, también en Castilla-La Mancha, la posibilidad de ganar al Partido Socialista pasa por la unidad de la derecha, el acuerdo con Vox. La segunda es que no debió despreciar la única propuesta razonable que ha salido de Inés Arrimadas en los últimos tiempos: plantear una moción de censura contra Pedro Sánchez, lo que atrasaría la derogación del tipo penal de la sedición hasta las mismas puertas de la campaña electoral. No importaba tanto que la censura no sumara los escaños suficientes. Qué pena que esta mujer no optara a presidir la Generalidad con aquellos 36 escaños.
Otra cosa es la alcaldía de Toledo, donde la alcaldesa socialista se encamina con paso firme hacia la mayoría absoluta. Pero lo de Page, ay, lo de Page. Con razón se oponía a quitar la sedición. Por algo dio la espantada al acto de proclamación de Sánchez como presidente de la Internacional Socialista, esa ruina ideológica.