ABC-JON JUARISTI
El cocodrilo es un bicho voraz, hipócrita y llorón
YO creo que el animal heráldico de Euskadi, sobre todo el de la Euskadi post-soviética, debería ser el cocodrilo, pero no cualquier cocodrilo, sino el cocodrilo de Betik. Pese a sus metamorfosis (la última arroja un cocodrilo verde estilizado y rampante), el más clásico icono del cocodrilo de Betik es el de un arcosaurio simpático, sonriente, con una servilleta anudada al cuello y portando en sus patas delanteras una caja abierta de mondadientes Betik (un palillo antológico asoma de su dentadura). No sé cuándo nació el cocodrilo de Betik para el arte vasco y la publicidad de lo vasco, que vienen a ser lo mismo. La empresa, leo en su página web, data de 1957, cuando una serrería de Oñate fundada en 1940 decidió especializarse en la producción de palillos de dientes, primero planos y, más tarde, también torneados. Acertó de lleno. Desde los tiempos del Lazarillo, los españoles que comen o quieren aparentar haberlo hecho recurren al palillo plano o redondo. Los vascos, ni te cuento.
El cocodrilo come a destajo, como los vascos. La Euskadi post-soviética es hoy una de las potencias de la gastronomía mundial. En la estela de Juan Sebastián Elcano, los vascos de hoy día son grandes gastronautas que colonizan el planeta con sus restaurantes. El país debería cambiar de nombre y llamarse –como he propuesto, sin demasiado éxito– Pintxolandia, Sukalderría o Basque Culinary Country en su versión global, y siempre con la ikurriña como enseña que nada ha tenido ni tiene que ver con el nacionalismo vasco, según esa luminaria de Baracaldo llamada Amaya Fernández, secretaria general del PP de Euskadi. Si acaso, una vez obtenidos los derechos de imagen, yo le pondría el cocodrilo de Betik, como otros ponen a la rojigualda el toro de Osborne.
Hablando de Amaya Fernández, supongo que algunos de ustedes se habrán dado cuenta de que es la única que falta en la foto de los archipámpanos de la política vasca brindando con chacolí en el txoko de Kresala, la sociedad gastronómica de San Sebastián de las Reinas, foto que ilustra la primera página del Diario Vasco del pasado lunes 24 de diciembre: allí están la socialista Mendía, el podemita Martínez, el peneuvista Ortúzar y el bilduetarra Otegui. ¿Por qué no aparece Fernández? Ah, es que se negó a posar, me sugiere alguien de su partido. No lo creo. ¿Saben por qué no lo creo? Porque, de haberse negado montando un buen escándalo, los del periódico liberal-conservador donostiarra se lo habrían pensado dos veces antes de publicar el christmass ese de los delantales.
Yo creo que no aparece simplemente porque los cuatro cocodrilos de la foto se negaron a retratarse con ella, con Fernández. ¿Cómo iban a brindar con una facha, ellos, el impoluto Otegui, la progre Mendía, el bolivariano Martínez y el sabiniano Ortúzar? Creo que convencieron al tonto de turno de que no venía a cuento que la Fernández saliera en la foto, y, de esta manera, el Diario Vasco del 24 de diciembre de 2018 publicó, en su primera plana, la felicitación navideña del Frente Popular en su versión Frente de Estella Ampliado con los socialistas vascos, que lo estaban deseando después de tantas lágrimas de cocodrilo que han tenido que derramar por las víctimas de ETA (entre ellas, las suyas). Por Fernando Múgica Herzog, para poner un ejemplo.
En fin, que ellos se lo guisen y ellos se lo coman, y que se monden la dentadura con productos de Industrias Betik, de Oñate, estupenda empresa que no tiene otra culpa que haber dado hace un montón de años con una idea genial, la del palillo, y con el arquetipo animal del espíritu vasco, «cuyo dios es su vientre, y cuya gloria, su vergüenza» (Filipenses, 3: 19).