ABC 18/05/17
ISABEL SAN SEBASTIÁN
· La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil es ejemplo de imparcialidad, rigor profesional y valentía
LA vida pública española discurre por cauces tan retorcidos, tan enfangados de mentira y corrupción, que resulta muy difícil diferenciar en ella la coincidencia del contubernio, palabra proscrita del vocabulario por el uso grotesco que de ella hizo Francisco Franco, cuyo significado: «cohabitación ilícita», «alianza o liga vituperable», retrata no obstante a la perfección los polvos de los que procede tanto lodo mugriento.
¿Es coincidencia o contubernio que la filtración de un informe de la UCO fechado el pasado mes de marzo y recién desclasificado por el juez Velasco, que señala a Cristina Cifuentes, se produzca justo en el momento en el que Podemos busca apoyos para presentar una moción de censura contra Mariano Rajoy?
¿Es coincidencia o contubernio que el citado juez Velasco, instructor de las causas Púnica y Lezo, las más graves de cuantas afectan al Partido Popular, consiga precisamente ahora, ayer para más señas, un ascenso profesional que le apartará de esas instrucciones? A tenor de lo ocurrido en Andalucía con el carpetazo dado a la investigación de la corrupción socialista tras la sustitución de la jueza Alaya por otra magistrada más… (pongan ustedes el adjetivo), una tiende a pensar mal, aunque probablemente se equivoque.
¿Es coincidencia o contubernio que Velasco, todavía titular del juzgado de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, se viera en la tesitura de hurgar en la financiación ilegal del PP tras ejercer ocho años como director general de Justicia de la Generalidad valenciana en época de Eduardo Zaplana y ser destituido de ese cargo por sus desavenencias políticas con el sucesor de éste?
¿Es coincidencia o contubernio que los integrantes del Consejo General del Poder Judicial en cuyas manos está conceder o negar las plazas solicitadas por sus señorías sean designados en su mayoría por el poder legislativo, es decir, político?
¿Es coincidencia o contubernio que Ignacio González, ex presidente de la Comunidad de Madrid detenido por su presunta implicación en las citadas tramas corruptas, conociese el probable nombramiento de Manuel Moix como fiscal anticorrupción seis meses antes de producirse y lo celebrase en una conversación (grabada por orden judicial) con un «si sale es cojonudo. Se llama Moix, es un tío… serio y bueno».
¿Es coincidencia o contubernio que el mencionado Moix, en calidad de nuevo fiscal anticorrupción, intentase relevar de sus puestos a los dos fiscales que han estado investigando estas causas desde el principio, en vísperas de la operación policial que condujo a las detenciones del propio González y otros destacados imputados?
¿Es coincidencia o contubernio que la Fiscalía sea un órgano dependiente del Ministerio de Justicia, sujeto a obediencia jerárquica y evidentemente carente de la autonomía que se empeñan en atribuirle los sucesivos gobiernos de uno u otro color igualmente reacios a concederle un estatuto libre de su control?
No tengo respuesta a esas preguntas, aunque sí fundadas sospechas. Es un hecho irrefutable que la justicia en España adolece de un altísimo grado de politización y sé por dolorosa experiencia lo vulnerable que resulta un justiciable con un marcado perfil ideológico a las antipatías, sectarismo o servidumbres de determinados jueces no precisamente ciegos. Si he de escoger bando, por tanto, yo escojo el de la Guardia Civil, cuya Unidad Central Operativa es ejemplo de imparcialidad, rigor profesional y valentía.