EL MUNDO – 31/07/15
· La primera reunión institucional entre Artur Mas y Ada Colau se pareció bastante a un intercambio de cromos, tras el cual la alcaldesa de Barcelona reivindicó su papel de «anfitriona» de la manifestación soberanista de la Diada.
El presidente de la Generalitat consiguió que la alcaldesa de Barcelona suavizara sus críticas contra la politización de la Diada, hasta el punto de que dio su apoyo explícito a la manifestación sobe- ranista que se celebrará ese día; Colau obtuvo el reconocimiento de parte de la deuda que el Govern mantiene con el Ayuntamiento y el beneplácito de Mas a uno de sus proyectos estrella: el del tranvía por la avenida Diagonal que cruzará toda la ciudad.
La relación entre Mas y Colau nunca ha sido buena. Los ataques en la campaña de las municipales fueron duros por ambas partes, y el president llegó a decir, ya una vez investida la alcaldesa, que su victoria era una «mala noticia» para el proceso soberanista. Además, alertó del riesgo de que «los del sí se puede» desplazaran el eje de las elecciones del 27 de septiembre del soberanismo a la justicia social.
En cambio, ayer ninguno de los dos buscó el enfrentamiento. Tras la reunión, Colau insistió en que su formación, Barcelona en Comú –apoyada por Podemos e ICV, entre otros– defiende el «derecho a decidir» de los catalanes. En ese sentido, compartió con la Generalitat críticas a Mariano Rajoy, como la de que en su opinión la situación de bloqueo institucional está «provocada por un Gobierno prepotente, arrogante y con poca vocación democrática».
Aunque no aclaró si estará o no en la marcha soberanista –hace unos días mostró preocupación por que se acabe convirtiendo en un acto de propaganda de la lista independentista de Mas y Oriol Junqueras para el 27-S–, Colau afirmó que se implicará. «Lo que me corresponde como alcaldesa es recibir como anfitriona la manifestación. En diálogo con los impulsores [las entidades independentistas] acabaremos de concretar cómo participo», dijo tras la reunión. Se da la circunstancia de que este año el 11 de septiembre coincidirá con el inicio de la campaña electoral.
Sin embargo, la alcaldesa se cuidó de ir más allá de la defensa del «derecho a decidir», y recordó que en su equipo de gobierno conviven federalistas e independentistas. «Nuestro punto en común es el derecho a decidir. Luego hay una pluralidad de opiniones sobre cómo se debe resolver esa cuestión», explicó.
Colau lamentó además que el Gobierno considere que el «ejercicio de la democracia» el 27-S sea un «problema de orden público», y calificó de «peligrosa» la actitud del PP porque genera, a su juicio, «tensiones injustificables».
Colau y la vicepresidenta catalana, Neus Munté –que comentó la reunión desde la perspectiva gubernamental– también coincidieron en que el difícil momento por el que pasa Cataluña tiene su origen en «el ahogo financiero que proviene de Madrid», que no es sólo económico sino también competencial, según ella.
Tras insistir en su «lealtad institucional» hacia el Govern, desveló que Mas está dispuesto a reconocer una deuda con el Ayuntamiento de 20 millones de euros por la Ley de Barrios, y que el president también apoya la unión de los dos tramos del tranvía de Barcelona por la Diagonal. Esa constatación enfureció al grupo de CiU –que todavía existe en el ámbito municipal– en Barcelona, que se había opuesto con vehemencia a esa iniciativa.
Munté destacó por su parte la importancia de que la capital catalana ejerza un «coliderazgo desde el punto de vista de reclamación de más instrumentos y recursos para el conjunto del país».