Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 29/8/12
Las negociaciones en Colombia entre el Gobierno y las FARC entusiasman a la izquierda abertzale
Se dice que en Colombia alternan a un presidente que busca el final de la violencia mediante la negociación con otro que aplica la mano dura. El actual, Juan Manuel Santos, acaba de abrir la puerta a una nueva negociación con las FARC, pero en su etapa anterior de ministro de Defensa fue el ejecutor de la política dura del presidente Álvaro Uribe. Ahora, la decisión de negociar parece contar con tanto apoyo popular como contó la política de firmeza de Uribe.
En los noventa, las negociaciones permitieron la desmovilización colectiva de cerca de 5.000 insurgentes de siete grupos armados, entre ellos el M-19, que se disolvieron. Bajo el gobierno de Uribe se desmovilizó a más de 30.000 paramilitares. Varios miles más, incluidos muchos de las FARC, se han ido desmovilizando de manera individual con el tiempo. Esa es la dimensión del problema de la violencia en Colombia.
En anteriores procesos de diálogo entre las autoridades colombianas y las FARC, el Gobierno español actuó para favorecer la paz. Durante las conversaciones del Caguán, terminadas en el 2002, España, miembro del Grupo de Países Amigos, se implicó activamente para propiciar los acuerdos. Los agentes del Cesid se reunieron con dirigentes de las FARC con regularidad, el gobierno de José María Aznar colaboró con Bogotá e, incluso, permitió la presencia en Madrid de una representación de la guerrilla. El número dos de las FARC, Raúl Reyes, visitó España en el 2000 en una delegación conjunta del gobierno de Colombia y la guerrilla. En Valencia fueron recibidos por el entonces presidente autonómico, Eduardo Zaplana.
Después, el gobierno de Zapatero participó activamente, con Francia y Suiza, en diversos intentos de mediación para restablecer la negociación en Colombia. En el 2007, cuando las FARC todavía exigían el despeje de dos municipios -Florida y Pradera- para volver a sentarse, se llegó a estudiar un mecanismo de verificación encabezado por el exministro de Defensa español Gustavo Suárez Pertierra, el general francés Philippe Morillon y el cardenal francés Roger Echegaray.
El nuevo anuncio de las conversaciones de Colombia ha entusiasmado a la izquierda abertzale, que encuentra la oportunidad de llevar el agua a su molino. Como si el problema de la violencia crónica del país sudamericano fuera comparable al problema policial del terrorismo etarra.
Lo que ocurre en Colombia es una guerra, civil, pero guerra, en la que interviene el ejército regular con todos sus medios, incluida la fuerza aérea, frente a una guerrilla con miles de miembros. Es un conflicto que sólo en un año causa más víctimas que ETA en toda su historia, un conflicto que arranca en 1948 con toda clase de experiencias de grupos guerrilleros, autodefensas, paramilitares, etcétera. No hay comparación razonable con el País Vasco.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 29/8/12