Miquel Giménez-Vozpópuli
Tenía que pasar. La estatua de Cólon que está al final de Las Ramblas de Barcelona se ha bajado y dice que no vuelve a subirse hasta que Colau se aclare
Se veía venir. La colosal estatua del Gran Almirante que, por cierto, señala hacia el este y no hacia el oeste y que tanto denostaba Josep Pla por considerarla un adefesio arquitectónico, ha sido objeto de una de esas polémicas bobochorras que tanto gustan a podemitas y separatas. Como la tesis es que Colón fue poco menos que el sacamantecas y la conquista de América un genocidio de toma pan y moja que es salsa de melón, los siempre atentos lazis, cupaires y podemitas la han convertido en blanco de sus iras.
No es cosa nueva, porque cuando la Crida usaba paletón ya quemaron una reproducción de la carabela Santa María anclada justamente delante del monumento. Ya ven, la pobre, que se caía de pura ruina porque ni los guiris la visitaban, y tuvo que venir la gente de Jordi Sánchez a pegarle fuego. Colonos, gritaban. Españolazos, decían. Todo eso para acabar concluyendo que el descubridor era más catalán que el pa amb tomàquet, que esa es otra, porque si damos por buenas las tesis del Institut Nova Historia, resulta que, en siendo Colón catalán, lo lógico es colegir que los catalanes somos unos genocidas, ¿no? Sea como fuere, y como que estas gentes menos trabajar hacen lo que sea, la presidenta parlamentaria del grupo En Comú-Podem, Jéssica Albiach, ha dicho que, con lo que se está viviendo en plan rodilla en tierra y si eres blanco eres malo, sería una buena medida desmontar dicha estatua.
La señora Albiach opina que el racismo y la xenofobia no son tan solo un problema de los Estados Unidos y que aquí también se dan, y mucho. No podemos, valga la redundancia, por menos que darle la razón
La señora Albiach opina que el racismo y la xenofobia no son tan solo un problema de los Estados Unidos y que aquí también se dan, y mucho. No podemos, valga la redundancia, por menos que darle la razón. Que insulten a una campeona deportiva en las Vascongadas por llevar un mallot con la bandera de España es xenofobia; que se insulte la memoria de Rosa María Sardà en las RRSS diciendo que una botifler menos, es xenofobia; que se silencie que muchas violaciones y delitos varios son obra de menas o migrantes de nacionalidad árabe es xenofobia. Albiach remata la cosa diciendo que Colón no la representa, porque posibilitó el genocidio, igual que tampoco la representa Felipe VI. Y hala, a casita que llueve y la sopita se enfría.
Si será gorda la cosa que hasta Ada Colau, especialista en retirar bustos de reyes y banderas españolas del consistorio, ha tenido que salir a desautorizarla. Ha manifestado que la estatua de Colón es un icono barcelonés y, hombre, que ya si eso la mantendrán pero con una explicación crítica en la que se critique el poder burgués, y que podrían poner una placa diciendo esas cosicas, o una exposición, en fin, un algo. Todo esto anuncia una serie de simposios, reuniones subvenciones y asociaciones que van a vivir, quién lo diría, del pobre Colón que murió triste y alejado de toda pompa y toda gloria.
Por eso al pobre navegante se le han hinchado los huevos, bien, rectificamos, el huevo que tanta fama le dio, y ha decidido no subirse al pedestal hasta que no se aclaren. Lo primero es ponerse de acuerdo acerca de su procedencia. Unos dicen que si era genovés, otros que si lusitano, los de aquí que si era catalán y que las carabelas no salieron de Palos de Moguer sino del puerto de Pals, en Gerona. Hay quien incluso dice que era el Gran Maestre de los Templarios por la cruz paté que lucían sus velas y que marchó haca las Indias sabiendo muy bien que ahí existía un nuevo continente. Colón calla como un muerto, lo que es lógico teniendo en cuanta los siglos que hace que lleva criando malvas. Quien esto escribe tampoco dice nada, porque el mejor día descubren que don Cristóbal era de la Unión de Cartagena y antepasado de Pérez Reverte y pa qué queremos más.
No me extraña que la gran banca esté encantada con estos rojos de salón. No suponen ningún amenaza y, encima, tienen distraída a la parroquia
Como ustedes comprenderán, en manteniendo vivos estos debatillos ya no hay hambre en Barcelona ni necesidad de dinero ni comercios que han tenido que echar el cierre tras la cuarentena. Es la gran virtud de estos revolucionarios de salón. Si la mujer se emborracha es por culpa de la desigualdad, Irene Montero dixit, y si Colón era un genocida lo sería a pesar de ser catalán o todo lo contrario o vaya usted a saber, porque menos atacar los terribles problemas sociales que tenemos, y los que vendrán, todo sirve para mantener entretenida a la parroquia. No me extraña que la gran banca esté encantada con estos rojos de salón. No suponen ningún amenaza y, encima, tienen distraída a la parroquia. Claro que cuando empiece el mambo, no el de las CUP, sino el que se intuye viendo ya colas que dan la vuelta a toda un manzana ante un comedor social, veremos si basta con Colón y el fútbol para distraer las tripas del personal.
No es extraño, pues, que Colón esté como todos: hasta los huevos.