HERMANN TERTSCH, ABC – 27/03/15
· Con todo lo que ha cambiado el paisaje humano en el País Vasco, nunca había tenido nuestro noble pueblo milenario un héroe como Coman Mitogo.
Está el mundo lleno de sinsabores. Donde no son tragedias que nos producen escalofríos, son otros desastres políticos causados por el hombre los que nos acosan en los medios. De ahí que me alegró mucho un hecho bello no suficientemente ponderado: la historia de la integración más plenamente lograda. Del inmigrante feliz y la sociedad de acogida agradecida. Hablo, impresionado tras bucear en su trayectoria, de Coman Mitogo, ya definitivamente el sexsymbol vasco, el bardo vasco, el «rey león» de Euskal Herría, el vasco más negro y el negro más vasco de nuestra milenaria historia. Gracias a dos atributos, la cara y el otro, nuestro Comán saltó de un programa llamado «Adán y Eva» (hacía de Adán) a «Gran Hermano», un realityshow de babas, sudor, lágrimas, en el que se codea con una pobre mujer en extinción en directo ante las cámaras y que se llama Belén Esteban.
No diremos más de ellas. Si lo que queda de aquella joven vital deslenguada que apareció hace ya muchos años en las pantallas gozara de esa mínima protección que en este país se garantiza hasta a las aves de paso, estaría muy lejos de los platós por prescripción médica. Pero ahí sigue para que pueda reír y rugir el circo, y como siempre hace falta carne fresca, ahora han hecho combinación de colores y llevado a nuestro héroe euskaldún a aderezar con paradojas el programa. Porque Coman Mitogo se declara vasco, vasco, vasco.
Y puede llegar a la gloria de «Gran Hermano VIP», que es como el Pulitzer de la televisión cultural española. Como un Nobel del pueblo llano. Ni Blas de Otero, ni los Gabrieles Celaya y Aresti. Dicen que es lo más divertido, lo más atrevido y lo más obsceno, si se excluye la política, claro. Es Coman una especie de Conan sexual del Bocho que canta a la independencia con poemas y metáforas como «soy un tropical boy». Dice de sí lo siguiente: «El niño pobre que se convirtió en huérfano. El huérfano que se convirtió en vagabundo. El vagabundo que se convirtió en hijo de Euskadi. El hijo de Euskadi que se coló en una final contra todo pronóstico. Esa sería mi historia».
Recordarán a Arzalluz cuando decía que prefería negros que hablaran vascuence que maquetos españolazos irredentos. Coman Mitogo es su sueño. Su sueño cultural, por supuesto. Como lo erótico para otras, a juzgar de cómo presume de ligar nuestro amigo. Aunque en Bilbao de eso siempre se presumió mucho y quienes conocemos el patio nunca nos hemos fiado. Las fantasmadas bilbaínas no tienen color. En mi época en Bilbao lo más negro en general era el humo sobre el Nervión, el uniforme de portero de Iribar y la foto del trompetista en el Amstrong en Colón de Larreátegui. Hoy ya tenemos zonas de Bilbao, pero también en pueblos como Marquina, con calles con ambiente de Txoko senegalés. Y hace un par de años, un pescador negro detenido en un altercado de borrachera en Vigo se negó a declarar si no era en vascuence. Tardaron en encontrarle un intérprete al chico digno.
Pero con todo lo que ha cambiado el paisaje humano en el País Vasco, nunca había tenido nuestro noble pueblo milenario un héroe como Coman Mitogo, que ha roto con el vil prejuicio de la timidez y sobriedad del abertzale. A ritmo sandunguero, el separatista enamorado de todas ellas puede convertirse en el gran triunfador de la mayor sordidez española. Y así culminar la emancipación total de una juventud abertzale que, aburrida ya del habitual desprecio a la Constitución española, tenía que demostrar que la tribu de Aitor humillaría al Estado opresor. Su arma secreta era Mitogo.
HERMANN TERTSCH, ABC – 27/03/15