Jorge Martínez Reverte-El País
Se tiene que dejar de lado la tentación de considerar inocentes a todas las víctimas, porque los inocentes de verdad protestarían
Yo tengo un amigo en el Comisionado de la Memoria del Ayuntamiento de Madrid que tiene el endiablado cometido de encargar un monumento para honrar a los fusilados por orden de Franco contra las tapias del cementerio de la Almudena, también llamado del Este. O sea, que en esto de los matados entre 1939 y 1944 por los piquetes de fusilamiento franquistas, podría tener alguna capacidad para meter o sacar un nombre de la lista. Soy gente.
Pero lo he estado pensando esta noche, mientras navegaba la realidad sobre el insomnio que a veces me acompaña. No voy a intentar usar tu influencia, Pepe. Porque lo acabaría lamentando.
Franco mandó matar a unas tres mil personas en Madrid. Y el Ayuntamiento les iba a hacer un homenaje, pero… El “pero” no es pequeño: en el listado de las víctimas aparecen bastantes acusados de “chequistas”, de haber participado, por ejemplo, en los fusilamientos masivos de Paracuellos del Jarama y acciones similares.
La intención del Ayuntamiento, gobernado por Manuela Carmena, es la de honrar la memoria de personas inocentes, que fueron asesinadas por el franquismo. Pero no todos fueron inocentes. Otra cosa es que nadie pueda tener el derecho a quitarle la vida a nadie. Y eso se debe de aplicar en todas las direcciones.
España, contra lo que se dice con demasiada facilidad, no es una excepción en la guarda de rencores. Se puede ver en Estados Unidos, donde la guerra de Secesión sigue levantando pasiones encontradas. Y eso que las cunetas están limpias. Se puede ver en muchos otros países. No digamos en la antigua Yugoslavia.
Pero tenemos un problema. Aunque quizá tenga solución, que tiene que pasar por la Memoria y por el Perdón, además de la Paz y la Piedad, que pedía Manuel Azaña en su famoso discurso de julio de 1938.
Tengo que decir que me molestan los chequistas al lado de las muchas personas decentes que fusiló Franco en la Almudena. Y que me espantan los homenajes a Pemán, que cantaba al Madrid que los bombardeos dejaban en llamas para lavar sus pecados.
Y tengo que decir otra cosa a mi amigo: que se tienen que rellenar todos los huecos de la memoria, que se tienen que registrar todas las cunetas. Pero…
Pero que se tiene que dejar de lado la tentación de considerar inocentes a todas las víctimas, porque los inocentes de verdad protestarían, pero es posible que también lo hiciera algún culpable de Badajoz o de Paracuellos. Muchos de sus nietos aún están orgullosos.
No sé, Pepe, un lío.