Sánchez ha metido al Partido Socialista en una trampa sin salida: cada voto que suma en Cataluña le resta tres en el resto de España
Para lograr la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa recurre al plan Sánchez. Intenta atraerse el voto de ERC a cambio de asumir íntegramente el programa soberanista de Junqueras. Lo ha proclamado con todas las letras: “El Gobierno de España dará financiación singular a Cataluña”. Quiere decir, con su mueca de estadista compungido, que el conjunto de los españoles paguen a escote su presidencia. Incluso lo argumenta: “Cataluña no puede ser la tercera en aportar recursos y la número 14 a la hora de recibirlos”. Marta Rovira, otra indepe fugada, ha puesto el listón en 22.000 millones año. ¡A escote!
Con la Ley de Amnistía, y ahora con la “financiación especial”, los socialistas han cruzado un Rubicón que, como en la caída de la República romana, puede que sea una insignificante barrera física, pero representa un salto trascendental en política. Por ese camino, Sánchez ha metido al Partido Socialista en una trampa sin salida: cada voto que suma en Cataluña le resta tres en el resto de España. Los sensores en forma de cargos socialistas locales han detectado niveles de riesgo que les fuerzan a reaccionar, como ha hecho ya el líder extremeño. Tarde, muy tarde, para rescatar al PSOE. Dirigentes como García-Page tuvieron oportunidad de debatir y votar sobre la amnistía en los comités regionales que dirigen, y en cada agrupación local, pero no lo hicieron cuando podían y debían.
A estas alturas, poco importa averiguar en qué momento los acérrimos votantes socialistas mutaron a acérrimos votantes sanchistas. Afortunadamente, ya pocos dudan de la condición populista de Sánchez. Entre el Trump que amenaza al juez que le condena y el Biden que declara respeto por el juez que envía a prisión a su hijo, ¿a quién, entre ambos, se parece más el presidente español? Quien lea el manual ya clásico sobre trumpismo “Cómo mueren las democracias” podrá identificar todas las prácticas de demagogo populista que ha desplegado durante seis años el “doctor” de Moncloa. En España, Trump se llama Sánchez ¿Izquierda-derecha? Poco importa, si te fijas en el ultraizquierdista mexicano López Obrador, o en la zurda Cristina Kirchner -defendida por el exjuez Garzón-, la que, como el sanchismo mediático, llama “derecha judicial” a los jueces que la condenaron por robar a los argentinos.
Confieso que me impresionó cómo tiraron del recurso durante la noche electoral de las europeas: ganar perdiendo se ha convertido en un juego de niños para los activistas del populismo sanchista
Sánchez aprendió pronto a secuestrar instituciones esenciales que en democracia deben actuar como árbitros independientes y evitar el abuso de poder. Entendió que podía controlarlo todo, no solo la Fiscalía, sino reguladores de los mercados, Agencia Tributaria, Tribunal Constitucional, CNI, Ine o Cis de Tezanos, todo. No puede entender que pretendan impedirle el control del Poder Judicial y se irrita. “Sánchez dijo basta: el Gobierno pondrá fin al bloqueo judicial por las buenas o por las malas”, titulan en El País al servicio del Amado Líder. Se ha saltado todas las reglas de una democracia liberal, incluida la rendición de cuentas, sea para explicar el crecimiento de la pobreza o las cartas de recomendación de su esposa.
Desde los tiempos en que le orientaba el gurú Iván Redondo, aprendió a superar resultados electorales mediocres con la fabricación de ficciones políticas. Como en el cine, utilizan la suspensión de la incredulidad que hace posible que aceptes que una vaca vuele. Es ficción, claro. Confieso que me impresionó cómo tiraron del recurso durante la noche electoral de las europeas: ganar perdiendo se ha convertido en un juego de niños para los activistas del populismo sanchista. Calificar la amnistía según convenga -ahora no es constitucional, ahora, sí- no tiene dificultad para los Cué (en prosa) y los Wyoming (en verso). Con qué arte siguen los cambios constantes del compás musical del “doctor”. ¿No es asombroso?
Los sicofantes de Moncloa andan en el enésimo cambio instrumental de conversación, ahora con “el PP bloquea la renovación del Poder Judicial”. ¡Las vacas vuelan!
Afortunadamente, hoy el sanchismo tiene absolutamente perdido el control de la conversación pública. Ya era hora. Durante seis años, Sánchez logró dominar la plaza pública gracias al trabajo de los que Martin Baron, en su imprescindible Frente al poder, califica como “siervos y sicofantes”, entre los que incluye a los equidistantes o periodismo de “por un lado…y por el otro…”. El exdirector del Washington Post apela al trabajo periodístico contra las mentiras del populismo como el principal instrumento para derrotarlo. Y sí, las mentiras por toneladas del sanchismo se acumularon, como apunta Baron para el caso de Trump, “hasta convertirse en una amenaza cancerosa para la democracia”. Cuando escribo, los sicofantes de Moncloa andan en el enésimo cambio instrumental de conversación, ahora con “el PP bloquea la renovación del Poder Judicial”. ¡Las vacas vuelan!
Así muere el PSOE, sacrificado en la hoguera de las necesidades de Sánchez para seguir en el poder a no importa qué precio, y ahora dispuesto a hundir la Hacienda nacional para lograr un tripartito soberanista en Cataluña. Independientemente de si Illa logra o no la presidencia, esa negociación indecente será otro clavo en el ataúd del partido. Hoy no hay mayor urgencia en España que sacar a este mentecato de Moncloa antes de que, además de hundir a la organización socialista, convierta al país en un solar.