TONIA ETXARRI-EL CORREO

A descansar en agosto. Que esto es lo que toca. Quienes puedan permitírselo darán rienda suelta al relax como no lo hicieron durante los dos veranos de pandemia. Habrá quien tire la casa por la ventana consumiendo mojitos en los chiringuitos de playa, a precios desorbitados, como si no hubiera un mañana. Ya lo dijo Pepe Alvarez, secretario general de UGT en su desahogo de fin de curso: «¡Que se vayan a hacer puñetas, vamos a disfrutar del verano!». Este sindicalista, que vive de exigir subidas de salarios pero que no quiere saber nada de crisis, recesiones y guerras que condicionan la economía mundial, no pensó en septiembre. Que llegará después de las vacaciones más buscadas y más caras de la historia. Cuando acabe la temporada y asome el otoño, muchos fijos discontinuos se caerán de la nube mientras el tirano Putin sigue jugando a dividir Europa a través de sus amenazas energéticas.

En la política doméstica, se seguirá asfixiando a las empresas y la banca con impuestos a la carta porque Pedro Sánchez ha decidido ‘podemizarse’ más que Pablo Iglesias y radicalizarse más que Yolanda Díaz, adornándose, incluso, con hipérboles de corte bolivariano. Si los banqueros critican sus medidas, señal de que él va por buen camino. Así lo dijo, y se quedó tan tranquilo. Si las empresas que no se domestican acaban siendo consideradas entes ‘non gratas’ para este Gobierno, ¿qué razones asisten a los inversores para apostar por este país? Veremos si, espantando a las grandes empresas que piensan llevarle a los tribunales por lo que consideran un «sablazo fiscal», revierte su tendencia tan desfavorable en los sondeos de intención de voto.

Llegará el otoño y nos encontraremos con la bandera de la «desjudicialización» de la política clavada en la cima de la impunidad para quienes piensan seguir delinquiendo contra el Estado, saltándose las normas y objetando las sentencias judiciales españolas. Los secesionistas catalanes se apuntan otro tanto. Además de su conquista de seguir relegando la enseñanza del español en las escuelas catalanas. Los independentistas vascos, herederos políticos y justificadores de la historia de ETA, le están saliendo más dóciles de lo previsto. No es de extrañar. La política de acercamiento de presos de la banda está dando sus frutos. Y ellos presumen de haber conseguido de Sánchez una Ley de Memoria a su gusto que prolonga las reminiscencias franquistas hasta el año 1983.

Al PNV se le va debilitando la voz del socio que creía ser poniendo condiciones a Sánchez sabiendo que no se puede fiar de él. Andoni Ortuzar despejó dudas ayer. Seguirá apoyando a Sánchez mal que le pesen las formas despectivas con que trata a todo el mundo: a sus serviles colaboradores, a la oposición y a algunos de sus socios. Lo dijo echando la culpa a la «derecha española» de estar siendo comparados con Bildu en una dura carrera por mostrarse más útiles en la política española. La realidad es que la nueva Batasuna, una vez blanqueada ETA gracias a Sánchez y en principio al propio PNV, les está marcando el paso.

Un panorama complicado, a la vuelta de vacaciones, para el presidente Sánchez que, por primera vez, ha cerrado el curso político por detrás del PP de Feijóo en los sondeos electorales. Con la inflación ya muy por encima de aquel 10% que Nadia Calviño dijo que nunca llegaríamos a alcanzar, la vuelta será dura. Habrá que hacer caso de las indicaciones de Europa en las limitaciones del suministro energético, que serán más restrictivas. Será un otoño caliente, pero pasaremos mucho frío.