Iñaki Ezkerra-El Correo
- Poner un tope al alquiler facilita el impago y que el arrendador eleve el precio
Sánchez nos repite que la economía española va como un cohete, pero al mismo tiempo su propio Ejecutivo anda estos días falsamente dividido y enzarzado en el debate sobre las medidas que pueden hacer más accesible para los españoles el precio de los alquileres. ¿Cómo es posible esa contradicción de nuestro sistema económico? Pues es posible gracias a la paradoja que encierra la misma metáfora pirotécnica usada por el presidente del Gobierno, que repiten sus robóticos ministros cada vez que abren la boca. En efecto, la economía está en auge, pero el problema no es la velocidad que adquiere en el aire el citado chupinazo apto para la distracción ferial, sino el precario y lejano lugar de donde partió y que hace su trayecto bastante más largo que el que han recorrido, para recuperarse, las demás economías europeas con las que Sánchez compara la nuestra.
El problema, sí, es que, por más que corra y meta ruido publicitario el petardo, apenas hemos logrado volver a la situación económica que teníamos en aquel enero de 2020 anterior a la pandemia. El problema es que tampoco en enero de 2020 habíamos vuelto a la posición próspera que tuvimos en 2007, antes de que llegara la recesión, y aún nos falta, para reponernos de ambas crisis -la económica y la pandémica-, andar un camino que ya han recorrido hace tiempo los otros países de la UE con los que se empeña en compararnos Sánchez. Si nuestro ritmo de recuperación es superior al de las otras economías es porque nos falta por recorrer el trecho que aquellas ya han recorrido mucho antes que la nuestra.
Estamos, de este modo, en la tardía velocidad de los rezagados y en los fuegos artificiales. Estamos en un país que -se supone- va viento en popa económicamente, pero en el que ese ritmo de recuperación no se traduce en un aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos y en el que los sueldos no alcanzan para pagar el precio de los alquileres. En ese contexto, no hay peores soluciones que las que unos y otros socios de Gobierno proponen. Ponerle un tope al alquiler y facilitar aún más el impago de los inquilinos a los propietarios (fomentar la proliferación del famoso ‘inquiokupa’) solo sirve para que estos últimos retiren sus propiedades del mercado inmobiliario y para que las viviendas sean menos y más caras. Ofrecer a la gente joven un bono para poder pagar un caro alquiler solo sirve para que el arrendador eleve el precio, lo cual no elimina el problema, sino que lo agrava, como ya se ha comprobado pues la ocurrencia no es nueva.
Como un cohete, sí, va la economía española. Tiene razón Sánchez. Como un cohete que explota de manera espectacular y efímera en el cielo, pero del que solo quedan en tierra un palo con olor a pólvora y unos chamuscados cartones.